Brexit, un llamado para una Europa más unida, por I. Horejs
Brexit, un llamado para una Europa más unida, por I. Horejs
Irene Horejs

El resultado del referéndum en el Reino Unido el pasado jueves ha creado una situación sin precedentes en los 60 años de la construcción europea. Por primera vez en la historia de nuestro proyecto en común, un país dejará de ser miembro de la Unión Europea (UE), un resultado que ha levantado numerosos cuestionamientos y dudas. Este artículo intenta aportar algunas clarificaciones y recordar algunos elementos claves. 

El proyecto europeo ha permitido a lo largo de su historia construir una zona de paz, de estabilidad y de prosperidad sin equivalente en el mundo. Los sucesivos tratados, el mercado común y su ampliación progresiva han permitido a la UE convertirse en una de las potencias económicas y comerciales más grandes del mundo y han generado elevados estándares de vida para sus 508 millones de habitantes. Somos la primera fuente de ayuda al desarrollo y de ayuda humanitaria en el mundo y somos una fuerza de impulso de asuntos de relevancia global como la lucha contra el cambio climático y la promoción de una economía más sostenible. Hemos conseguido estos logros como Unión –y no como 28 países individuales– y seguiremos asumiendo este papel manteniéndonos como Unión.

El referéndum del Reino Unido fue un proceso de consulta libre y democrática y su resultado tendrá que ser respetado. De acuerdo con los mecanismos legales del Tratado de la Unión, incumbe al gobierno del Reino Unido –siguiendo sus procedimientos internos– notificar oficialmente al Consejo de la UE su voluntad de retirarse de esta. Dicha notificación permitirá iniciar el proceso de salida conforme a lo previsto en el artículo 50 del tratado, el cual prevé un plazo de dos años para negociar y concluir un acuerdo de retiro así como los términos de la futura relación entre la UE y el Reino Unido. Hasta la firma de este nuevo acuerdo, el Reino Unido seguirá siendo un miembro pleno de la UE, con todos los derechos y obligaciones que esto implica. Durante la cumbre del 29 de junio, los 27 jefes de Estado y de gobierno han enfatizado la importancia de que este proceso se inicie lo más pronto posible, a fin de no prolongar una situación de incertidumbre que perjudique al resto de países miembros.

Por otro lado, si bien es aún prematuro aventurar cómo se definirán los términos de la relación entre la UE y el Reino Unido tras su salida, es evidente que seguirá siendo estrecha y amical. El Reino Unido es un país europeo y nuestras relaciones e intereses son múltiples y densamente interconectados. Tenemos valores conjuntos, lazos culturales profundos y una estrecha cooperación en temas relacionados con política exterior y seguridad. 

El mercado común europeo y su libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas han atraído grandes inversiones extranjeras, en buena parte también al Reino Unido como puerta de entrada a este mercado. El 50% de las exportaciones británicas y la mayoría de los servicios financieros radicados en la “city” están destinados al mercado de la UE y muchas empresas británicas son parte de cadenas de valor europeas. Se espera que el mercado común digital refuerce esta dinámica aun más. Aproximadamente 3 millones de ciudadanos de otros países miembros trabajan en el Reino Unido y 1,2 millones de británicos viven en otros países de la UE, y todos ellos tienen acceso a los servicios de educación y salud del país donde radican. El programa Erasmus financia a miles de jóvenes europeos que estudian en el Reino Unido y a miles de estudiantes británicos en otros países de la UE. Científicos británicos trabajan con sus pares en programas europeos de investigación, agricultores británicos reciben subsidios europeos, para nombrar algunas áreas de integración.  

Preservar y reorganizar estas relaciones estrechas será, entre otros, materia del acuerdo a concluir, independientemente de su forma concreta.

El Reino Unido es una de las más grandes economías y el tercer país más poblado de la UE. Su salida representa un desafío para esta, que enfrenta en la actualidad numerosos retos internos y externos. 

Tal como ha sido reiterado por los líderes de los países miembros, la UE necesita concentrarse en sus prioridades. Tenemos desafíos que solo se pueden asumir en conjunto y cuya solución es clave para preservar la unidad y la adhesión de sus ciudadanos. Lo primero es relanzar nuestra economía para generar empleos y recuperar a la Europa social que los ciudadanos ya no sienten. Segundo, necesitamos reforzar nuestras fronteras externas y la seguridad interna. Europa está rodeada de guerras y conflictos en sus fronteras sur y este, conflictos que a menudo están a la base del terrorismo y de la inseguridad que los europeos sufren hoy por primera vez en 70 años. Al mismo tiempo, estos conflictos han generado un flujo masivo de migración hacia Europa de quienes huyen de la guerra y buscan una vida mejor –asunto de tanta polémica en nuestros países–. La gestión de estos flujos migratorios y la protección del derecho al asilo de los que lo necesitan es un reto que solo podemos enfrentar en común.  

Otra prioridad de la UE se refiere a nuestro rol en el mundo. El mundo necesita una Europa unida que siga jugando su papel como actor global. Somos y seguiremos siendo impulsores del comercio libre y de la lucha contra el cambio climático. Seguiremos siendo promotores de la democracia y de los derechos humanos, y un factor de estabilidad y de paz en el mundo. 

Jean Monnet, uno de los “padres fundadores” de la UE, dijo: “Lo que importa no es ser optimista, ni pesimista, sino estar determinado”. La UE está determinada a asumir el nuevo reto como un llamado para una Europa más unida.