Subsidios de película

Guillermo Cabieses

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Guillermo Cabieses

Debemos pensar en mejorar la actual ley de cine

Sebastián Pimentel

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Sebastián Pimentel

“¿Por qué subsidiar el cine y no la literatura, las artes o la fotografía?”.

Se ha generado una controversia por los subsidios que el concede a ciertas películas. Ello, a raíz de un comedido proyecto de ley que, muy tímidamente, pretende reducir tales subsidios.

Estamos parcialmente en contra de tal proyecto; en contra, naturalmente, respecto de los subsidios que el proyecto no elimina. No encontramos razón alguna para que el Estado subsidie una actividad que, si realmente fuese una expresión del pueblo (cultura), la gente financiaría con su tiempo y dinero.

Nos preguntamos: ¿por qué subsidiar el y no la literatura, las artes o la fotografía? ¿No sería mejor el teatro o el circo? ¿Dónde quedan la zarzuela, el ballet o la ópera? ¿El rock nacional? ¿La danza de las tijeras? ¿Por qué la cultura y no las artes marciales? Si empezamos con las cartas a Papá Noel, hasta los toreros pedirían subsidios.

Es inevitable que los partidarios de financiar las preferencias propias con el dinero ajeno consideren que lo que hacen (sea cultura o arte, industria o ciencia) es fundamental para el desarrollo. Es ineludible que, histriónicamente, pidan con actoral voz impostada un subsidio, condenando a la hoguera de la cancelación a quienes se opongan. Sin embargo, corriendo el telón, vemos en pantalla grande que los subsidios son siempre una mala idea.

Primero, financian actividades que generan un valor menor al costo de realizarlas. Si no fuera ese el caso, si la gente estuviese realmente dispuesta a financiar mediante sus preferencias esas actividades, no se requeriría subsidio alguno.

Segundo, distraen recursos de usos más necesarios. Todos coinciden en que la educación es clave para el desarrollo del Perú; sin embargo, solo obtiene el 6% del presupuesto nacional. Ocupando los últimos lugares de la prueba PISA, ¿no tendría más sentido destinar nuestro poco dinero para que la gente aprenda a sumar o comprenda lo que lee? ¿No es eso mejor que financiar películas?

¿Quién determina a quién se le da el subsidio? ¿Quién supervisa que el dinero sea gastado en películas culturales? Cuando los filmes son financiados por los privados, estos se ocupan de que los fondos entregados sean utilizados en lo debido. En el caso de subsidios estatales se requiere de iluminados que determinen a quiénes regalar el dinero. Además, se necesita incorruptibles fiscalizadores que supervisen que este dinero sea gastado correctamente. Una farra fiscal en el país que tuvo más muertos por millón en la última pandemia.

Finalmente, es distinto que nos obliguen a pagar impuestos para brindar salud o educación a personas de escasos recursos, a que nos fuercen a financiar películas. En el primer caso, uno puede entender el porqué del impuesto; en el segundo, ¿cuál es la justificación moral?

Ello, sin contar que pueda tratarse de películas con las que uno esté en desacuerdo. Es igualmente inmoral financiar con recursos públicos una película que ensalce a Javier Diez Canseco, que una que glorifique a Pedro Beltrán.

Malgastar así el dinero de los contribuyentes es una película para llorar.