Con la pandemia del Covid-19, los cines de todo el Perú permanecieron cerrados hasta la aprobación de un protocolo de sanidad. Con las reglas claras, las cadenas se alistan a retomar sus operaciones. (Foto: Prakash SINGH / AFP)
Con la pandemia del Covid-19, los cines de todo el Perú permanecieron cerrados hasta la aprobación de un protocolo de sanidad. Con las reglas claras, las cadenas se alistan a retomar sus operaciones. (Foto: Prakash SINGH / AFP)
/ PRAKASH SINGH
Ricardo Bedoya

La pandemia solo ha acelerado la consolidación de una tendencia que se perfilaba desde hace tiempo. Las casas productoras de Hollywood han quebrado el tradicional sistema de ventanas de explotación. Esperar algunos meses para que una película de pegada taquillera pase de las salas a otras formas de exhibición (sean físicas, como el Blu-ray, o virtuales, como el streaming o el VOD) es llevar una camisa de fuerza en pleno auge de las plataformas de alcance planetario. El día de Navidad, Disney estrenó “Soul”, la reciente animación de Pixar, en plataforma digital, como lo hizo antes con “Mulan”. Warner lanzó “Wonder Woman 1984” en las salas que se mantienen abiertas y en HBO max. Tales decisiones han provocado conflictos con las cadenas exhibidoras, aferradas a un modelo de negocio que acompaña el estreno de cada ‘blockbuster’ con la venta de toneladas de canchitas en combo. La misma canchita –pero más barata– que ahora consumen los suscriptores de las plataformas frente a las pantallas de sus computadoras personales, laptops, tabletas, televisores y hasta celulares. Es el pulseo entre la rentabilidad que se abre para las ‘majors’ al incorporar a un sector del público que prefiere quedarse en casa antes que asistir a las multisalas, y los que pretenden que las “películas evento” sean celebradas con los ojos en la pantalla panorámica y las manos sujetando la bandeja del combo.

¿Esto significa el fin del cine proyectado en pantallas grandes? No, por supuesto. La experiencia comunitaria es irreemplazable, sobre todo ante los grandes espectáculos saturados de pirotecnia audiovisual. Por otro lado, la tecnología pondrá a disposición los artilugios y atracciones que estimulen, pasado el desastre sanitario, la presencia del público en las salas, como ocurrió con la introducción del CinemaScope para competir con la televisión a inicios de los años cincuenta. Lo cierto es que la coexistencia de las salas y las plataformas ampliará la orgullosa y excluyente presencia de Hollywood en las pantallas grandes y pequeñas de todo el mundo.

Son las películas independientes más pequeñas y frágiles las que llevan la peor parte. Para existir, ellas postulan a fondos internacionales de producción, apelan a los recursos que les reservan sus leyes de estímulo nacionales o recurren a la autogestión. El desastre económico provocado por la pandemia complica el acceso a esas fuentes financieras, cada vez más raleadas. La difusión es un problema adicional. Encontrar pantallas de exhibición en las salas es un dolor de cabeza crónico y las plataformas más grandes y conocidas (Netflix, Amazon Prime, entre otras) no suelen ser hospitalarias con las películas que escapan de la estandarización narrativa y dramática. Por otro lado, los espacios de difusión más seguros para el cine independiente, como los cines de arte y ensayo, cine clubes y circuitos paralelos en salas institucionales, han recibido golpes y más golpes en el 2020. Cada día se cierran, aquí y allá, más salas independientes.

En el Perú, la pandemia cerró las multisalas, suspendió rodajes y canceló estrenos. Algunos festivales y muestras de películas resistieron trasladándose a plataformas que exhibieron las películas peruanas más valiosas del 2020. A punto de empezar el 2021, todo es incierto en nuestro cine. Solo se pueden formular preguntas. ¿Se mantendrá la diversidad que mostró el cine peruano desde la irrupción de lo digital y la aparición del llamado “cine regional”? ¿Subsistirán las diferentes formas de producción que permitieron la realización de cerca de cincuenta largos y mediometrajes cada año durante la década pasada? ¿Las plataformas digitales serán los espacios que aseguren la difusión y rentabilidad de las películas peruanas que jamás encuentran espacio en las cadenas de multisalas?