"Como vemos, la confianza le es esquiva a Mirtha Vásquez" (Foto: PCM).
"Como vemos, la confianza le es esquiva a Mirtha Vásquez" (Foto: PCM).
/ Victor Gonzales
Mario Saldaña

Los suspiros por la leve tranquilidad que generó la designación de en la PCM duraron lo que una breve exhalación: nada.

Juramentados los nuevos ministros nos dimos con la sorpresa de que, producto de las cuotas que Pedro Castillo mantiene con las diferentes facciones de su partido, habíamos pasado del ‘Gabinete bomba’ de Guido Bellido a uno con mejores modales, pero sembrado con varias mochilas de ANFO.

Así, conocimos al señor Luis Barranzuela (con un destacado prontuario en la PNP y socio del abogado de Cerrón y Bermejo) que –ahora sabemos– acaba de cumplir el principal rol para el que fue designado: no mover un dedo en la captura de ‘Los Dinámicos’, ‘Pinturita’ y compañía, quienes, según el Poder Judicial, habrían fugado a otro país (¿del otro lado del Titicaca?).

Hablando de fugas, gracias a un reportaje de “Punto final” de Latina resulta que se habría identificado a una mafia en Migraciones (entidad dependiente de Barranzuela) dedicada al seguimiento migratorio de varios políticos (mayormente de oposición). Aquí sí funcionaron como un reloj suizo, pero para la huida de ‘Los Dinámicos’ silbaron y miraron hacia arriba.

Este solo hecho (la fuga) no solo es una confirmación de que, en Interior, Castillo colocó ‘al gato de despensero’, que este no debió estar un minuto en el cargo (sin explayarme en el activismo de Barranzuela contra la política del Estado sobre la erradicación de cultivos de coca), sino que también debería acarrear la renuncia de Vásquez. Al aceptar al ministro en ese puesto, ella ha avalado lo sucedido ‘a posteriori’ y, por ende, tiene que asumir su responsabilidad política.

Pero si esto no basta, súmese la presencia del señor Carlos Gallardo en Educación. Sus vínculos con el Fenatep termina siendo un mal menor frente a su abierta oposición a otra política de Estado: la promoción de la meritocracia en el magisterio.

Como cereza de la torta, tenemos lo ocurrido en Relaciones Exteriores. No bastó el papelón del rechazo de Panamá a Richard Rojas (testaferro de Cerrón y otro ‘dinámico’) como embajador, ni las demoras de Washington y Estocolmo para aceptar las propuestas de la cancillería, sino que, como Rojas tiene –aparentemente– una tarea ineludible para su partido, Torre Tagle lo reubicó en Caracas, normalizando las relaciones diplomáticas con la satrapía y el narcoestado del régimen de Nicolás Maduro.

Si tenemos un poquito de suerte, la fiscalía y un juez se apiadarán del país y evitarán que Rojas asuma el cargo. De paso, Torre Tagle podría librar en algo esta humillación institucional.

Como vemos, la confianza le es esquiva a Mirtha Vásquez. Ni siquiera le alcanza para pedirla al Congreso. Las mochilas terminaron siendo muy pesadas aún sin meter en la balanza al ‘hermanón’ Belmont.

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