"El cambio de la matriz energética mundial está encaminado a disminuir la dependencia a los combustibles fósiles, aumentando el rol de las energías renovables". (Foto: Andina)
"El cambio de la matriz energética mundial está encaminado a disminuir la dependencia a los combustibles fósiles, aumentando el rol de las energías renovables". (Foto: Andina)
Enrique Ortiz Tejada

A puertas de la COP26 , la emergencia climática actual llama a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero urgentemente. Se han propuesto numerosas y buenas iniciativas para ello, pero también otras que más bien incitan serios cuestionamientos. Y es que, las “soluciones verdes” no solo deben ser evaluadas en toneladas de dejadas de emitir, sino también en cuanto a las implicancias ambientales y sociales que estas acarrean.

Los gobiernos, organizaciones ambientales y el sector empresarial han adoptado en su agenda las llamadas “soluciones basadas en la naturaleza” (o NBS, del inglés “Nature Based Solutions”). Estas se centran en mecanismos de desarrollo y/o iniciativas empresariales que aspiran a ser neutras o negativas en cuanto a emisiones de carbono, de manera que también promuevan el desarrollo económico. Su aplicación las hace elegibles para recibir ventajas comerciales y compensaciones por dejar de emitir −o capturar− carbono atmosférico. Muchas son efectivas y realmente aportan, pero otras están siendo severamente cuestionadas. ¿Es correcto, por ejemplo, considerar que las plantaciones de maíz o caña de azúcar para producir etanol para combustible de automóviles sean consideradas una NBS, más aun cuando están cargadas de agrotóxicos y provienen de variedades genéticamente modificadas? Los críticos, con razón, consideran que algunas “soluciones” son más bien una pantalla mediática (el llamado “greenwashing”) que agrava la crisis ambiental, además de favorecer a los verdaderos agresores. Estos, tras millonarias campañas de marketing y “generosas” donaciones a las ONG ambientalistas, pasan de villanos a héroes. Hay que separar el polvo de la paja.

El cambio de la matriz energética mundial está encaminado a disminuir la dependencia a los combustibles fósiles, aumentando el rol de las energías renovables. Enhorabuena. Pero ese cambio viene acompañado de serios desafíos pendientes de resolver. Los ejemplos sobran. Esos enormes y feos aspavientos para producir energía eólica son fatales para muchas especies de aves migratorias. La fabricación de vehículos eléctricos requiere de gran cantidad de minerales, provenientes de lugares altamente frágiles y socialmente conflictivos. La batería de un vehículo eléctrico lleva no menos de ocho kilos de litio y 14 de cobalto, extraídos principalmente de los salares altoandinos o de la convulsionada República Democrática del Congo. Difícilmente se puede llamar energía renovable a aquella producida en hidroeléctricas. Itaipú, una de las más grandes del mundo, estuvo recientemente en un 4% de su capacidad por falta de agua, una escasez acentuada por la deforestación y el cambio climático.

Proteger los ambientes naturales es una de las tareas más urgentes de nuestros tiempos y las áreas protegidas son, sin duda, un pilar fundamental en ese desafío. Docenas de naciones –incluyendo el Perú– se han unido a la iniciativa llamada “30x30″. Este es un compromiso internacional que aspira a ampliar la cobertura de las áreas protegidas hasta llegar al 30% de los ambientes continentales y marinos del planeta. Aunque ese objetivo puede ser largamente insuficiente, esta iniciativa está siendo severamente criticada por sectores que acusan la creación de áreas protegidas como una forma de neocolonialismo que sirve de instrumento para despojar de territorios a las poblaciones indígenas y tradicionales. En este caso es importante resaltar que, en la creación de áreas protegidas de la mayoría de los países parte del “30x30″, se siguen rigurosos procesos de consulta y aprobación por sus habitantes y vecinos.

Como dice el dicho, “el que quiere celeste, que le cueste”, y en términos ambientales nada es gratis. Ahora más que nunca necesitamos de buenas soluciones, de las que hay muchas, pero también debemos ser analíticos y selectivos. Mientras tanto, cuidémonos de los productos falsamente reverdecidos.