Santiago Bedoya

Este 20 de diciembre el Congreso finalmente aprobó un proyecto de reforma constitucional para adelantar las elecciones generales a abril del 2024. Considerando las mil y una desventuras que caracterizaron el quinquenio abortivo de Pedro Castillo, esta es una realidad que debería ser motivo de júbilo para muchos, en especial en la de la arena . Los eventos acaecidos sobre nuestro país desde el cierre de la primera vuelta electoral en abril del 2021 pueden haberlo llevado a un grado de polarización política no vista desde hace varios años, pero también dieron pie a la construcción de claros proyectos políticos en ambas esquinas del debate político.

Tanto Avanza País como Renovación Popular surgieron como alternativas al otrora hegemónico arrastre del fujimorismo, pero fue en el auge de estas alternativas que se atomizó la derecha política, una fragmentación más bien típica de las izquierdas a lo largo de nuestra historia política. Ante una izquierda radical y movilizada en un sinfín de puntos del país, en un momento donde la protesta ha sido sedada únicamente por las festividades navideñas, es vital que las fuerzas políticas de derecha presentes en el Parlamento busquen el consenso con miras al 2024. Entre la lideresa de Fuerza Popular, Keiko Fujimori, el flamante alcalde capitalino, Rafael López Aliaga, y el economista Hernando de Soto, las derechas lograron 5′297.242 votos, un 36,78% del voto entre los más de 14 millones de votos válidos que se hicieron camino de las urnas en el 2021.

Pese a que el peruano es, como revela Ipsos Perú, un votante que tiene en la ideología una brújula particularmente lejana a la hora de ejercer su derecho al voto, con apenas un 19% que se identifica como de derecha, estas cifras deberían de actuar como una fuente de optimismo electoral para estas fuerzas políticas, siempre y cuando logren llegar a puntos de consenso con miras al 2024. El electorado busca nuevos liderazgos que no le teman a una plataforma reformista, algo que la derecha también debe asimilar. Gozamos de un modelo económico que, en efecto, ha traído crecimiento económico al país, pero dicho crecimiento ha sido asimétrico a lo largo y ancho del Perú.

A estas alturas, es hora de que la derecha busque renovarse, una renovación que no solamente se deberá ver en las caras que eventualmente figurarán en las boletas de votación, sino también en su capacidad de propuesta. Pese a que es rescatable e importante, la defensa de lo viejo ya no es suficiente para un electorado cansado de lo mismo. Existe una izquierda que, para mal, goza de respuestas para las problemáticas que enfrentan los peruanos y, si se plantea sobrevivir y prevalecer en las urnas, es hora de que la derecha responda una pregunta clave: ¿Hacia dónde va?

Santiago Bedoya es politólogo del Centro Wiñaq