Doctorados y plagios, por Daniel Soria Luján
Doctorados y plagios, por Daniel Soria Luján
Daniel Soria Luján

Elaborar una tesis doctoral es un largo proceso que implica leer, reflexionar, redactar, etc. Pero en este camino, quien trabaja en ella (el graduando) no está solo. Lo acompaña un profesor universitario como asesor de tesis, quien evalúa sus avances y determina si el trabajo final está en condiciones de ser sustentado ante un jurado académico. Así, en la defensa de la tesis no solo está en juego la labor realizada por el graduando sino también el prestigio del docente que lo asesoró. 

Asimismo, en toda universidad que se respete debería existir un procedimiento de detección oportuna y sanción de plagios. En este procedimiento el profesor asesor tiene un papel fundamental, porque es la primera persona que revisa el texto y, por ello, el primero en detectar copias de textos sin citar (ya sea utilizando softwares especializados o apelando a sus conocimientos y experiencia).

El plagio en el mundo académico es un fenómeno global. Por ejemplo, en Alemania, cuna del modelo de universidad de investigación, dos ministros renunciaron por acusaciones de plagio en sus tesis doctorales. 

Asimismo, en España, la defensora universitaria de la Universidad Complutense de Madrid, en su Memoria del Curso Académico 2013-2014, señaló: “No hemos podido dotarnos todavía [...] de una adecuada normativa reguladora del plagio, o incluso de un documento más informal, como pudiera ser un protocolo de actuación ante el plagio para tesis doctorales y trabajos de fin de grado y máster, cuya necesidad ya detectamos y manifestamos el curso pasado, ya que la actuación ante estos problemas es cada vez más urgente ante el aumento del número de casos y la gravedad de los mismos” (p. 79). 

Una tesis con plagios es la prueba de que el graduando es una persona deshonesta y autora de un delito. Pero una tesis con plagios aprobada por un jurado, probaría eso y más: que los profesores miembros del jurado y el profesor asesor de tesis no habrían actuado responsablemente, ya sea por desinterés o por falta de tiempo o de conocimiento especializado del tema de la investigación. 

Sea cual fuere la razón, aquí también fallan los mecanismos institucionales de evaluación del desempeño de estos profesores. Por ejemplo, una tesis con plagios que tenga la luz verde del profesor asesor debería ser un demérito en la evaluación periódica de desempeño a la que se le someta para decidir si continúa o no en el cargo.

Lamentablemente, en muchos casos, los mecanismos de evaluación docente no son lo suficientemente inquisitivos por el respeto a la libertad académica del profesor. Si bien es cierto que esta es una libertad fundamental en el ámbito universitario y que sin ella la labor académica no sería auténtica, ello no quiere decir que no se pueda exigir a profesores e investigadores que rindan cuentas detalladas de sus labores a la universidad. Debe existir entonces un equilibrio entre libertad académica y ‘accountability’ académica.

En suma, los trabajos académicos con plagios que son formalmente aprobados y debidamente registrados en una universidad son la consecuencia, en principio, de las acciones de quien presente el documento pero, también, de las acciones u omisiones del acompañamiento docente previo y de la ausencia de mecanismos institucionales eficaces de prevención de la falta.