En las últimas décadas, la importancia de la educación financiera aumentó por ser una herramienta vital para el desarrollo personal y colectivo. A medida que las economías se vuelven más complejas y globalizadas, la comprensión y el manejo de los asuntos financieros se vuelven competencias indispensables para los ciudadanos. En este contexto, la educación financiera para menores de 18 años juega un papel fundamental en el crecimiento de una sociedad, no solo desde el punto de vista económico, sino también de la estabilidad social y la equidad.
La educación financiera es importante para el crecimiento económico y la estabilidad social de una nación. Los jóvenes que reciben una educación adecuada en esta área están mejor preparados para ayudar al crecimiento económico de su país. Esto se debe a su mayor inclinación a tomar decisiones económicas sensatas, participar de manera efectiva en el sistema financiero y evitar prácticas perjudiciales como el sobreendeudamiento.
Un ejemplo que podría explorarse y evaluarse es el de Suecia, que incorpora la educación financiera en el currículo escolar desde edades tempranas y cuyos beneficios han sido demostrados. Suecia tiene hoy uno de los niveles de endeudamiento personal más bajos y una de las tasas de ahorro más altas de Europa, con un 16% del producto bruto interno (PBI) en el 2022, según datos del Banco Mundial. Esto refleja una cultura de responsabilidad financiera y ayuda a mantener la economía del país en buen estado.
La capacidad de la educación financiera para reducir la desigualdad económica y promover la inclusión social es otro aspecto importante. Las personas que no saben mucho sobre finanzas son más propensas a ser explotadas por instituciones financieras y menos capaces de acceder a mejores oportunidades económicas. Esto mantiene el ciclo de la pobreza y aumenta las disparidades sociales.
La implementación de programas de educación financiera en las escuelas puede ayudar a nivelar el campo de juego, al brindar a todos los jóvenes, sin importar su origen socioeconómico, las herramientas necesarias para tomar decisiones financieras inteligentes. Un estudio del Instituto Global McKinsey indica que la educación financiera puede tener un impacto significativo en la reducción de la pobreza a largo plazo, ya que los jóvenes que la reciben están un 20% más preparados para manejar sus finanzas personales que aquellos que no la reciben.
Una inversión pensada para el futuro de una sociedad consiste en educar a los menores de 18 años en finanzas. No solo prepara a las personas para una vida económica próspera, sino también impulsa el crecimiento económico general y fomenta la equidad social. Los gobiernos y las instituciones educativas deben reconocer la importancia de esta educación y garantizar que esté disponible para todos los jóvenes sin importar su entorno. Así, podremos edificar sociedades más prósperas, estables y justas en las que todos tengan la oportunidad de desarrollar su máximo potencial económico.