Mientras los candidatos buscan posicionarse como los primeros en la intención de voto, y el electorado vuelve a pasar por el proceso, muchas veces desesperanzador, de preguntarse qué candidato tiene las mejores propuestas respecto de sus temas de interés, muchos de nosotros nos hacemos una pregunta aún más básica: ¿el partido político me ve? ¿Sabe cuáles son mis necesidades? ¿Le interesa?
Históricamente el Perú ha sido, y sigue siendo, extremadamente desigual. Entre el “tú no sabes quién soy yo,” la administración de justicia diferenciada con base en la geografía y/o el color de la piel, y los debates sobre la idoneidad de reconocer derechos humanos a ciertas personas y no a otras, hay poblaciones enteras que parecen estar fuera del radar de los partidos o agrupaciones políticas que buscan llegar a la presidencia.
Talvez no esperamos que los equipos políticos coloquen el tema de las diversidades y las poblaciones vulnerables en cada una de sus intervenciones públicas, pero, por lo menos y ante el reconociendo de que ciertos grupos poblacionales encuentran la garantía de sus derechos fundamentales como una tarea estatal aún pendiente, es fundamental que tengan prevista alguna estrategia. Concentrémonos, por ejemplo, en la población LGTBIQ+. Sobre esta población pesan, no solo los estereotipos, roles asignados y expectativas de género que hacen parte de nuestro tejido social, así como las diversas violencias que su “disidencia” social provoca, sino también una estructura sistémica que, vulnerando sus derechos más básicos, genera escenarios de discriminación estructural. Vulnerabilización que se agrava por falta de la protección jurídica de sus derechos más básicos. Y sin embargo, según la revisión exhaustiva de todos los planes de gobierno vigentes sostenida por la ONG Presente, encontramos que la mayoría de los partidos (Alianza para el Progreso, APRA, Avanza País, Democracia Directa, Frente Esperanza, Perú Libre, Perú Patria Segura, Podemos Perú, Renovación Popular, Somos Perú, Unión por el Perú) no hace mención alguna a esta población. Por otro lado, y acostumbrados al uso nominal de ciertas categorías, sin otorgarles mayor contenido, encontramos que Fuerza Popular, el Partido Nacionalista y el Partido Popular Cristiano (PPC) mencionan (¿reconocen?) a la población LGTBI como una población vulnerable. Anótese aquí que mencionar que una población ha sido contextual, social y/o históricamente vulnerabilizada no genera obligaciones ni responsabilidades políticas para quien lo afirma, a menos que estas se asuman intencional y explícitamente. Tampoco lo hace el desarrollar un diagnóstico situacional sin medidas concretas a tomar, como en el plan de gobierno del Partido Morado.
Los partidos Frente Amplio, Juntos por el Perú y Victoria Nacional se constituyen como las únicas tres excepciones, con estrategias mas bien claras y concretas respecto de la promoción y protección de los derechos de la población LGTBIQ+, incluyendo la creación de plataformas ampliadas de participación ciudadana, donde las voces de todos y todas sean escuchadas.
Quizás los partidos aún no consideran a la causa LGTB como una posible fuente de capital político, lo cual seria un error táctico. Quizás no ven su aporte a la construcción de nuestra ciudadanía, lo cual es un error aún más grave. Aun hay tiempo y muchos pendientes, ¿veremos surgir algunos compromisos?
*La autora es miembro del Consejo Directivo de la ONG Presente
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