"La candidatura de López Aliaga se reduciría a una broma de mal gusto si las elecciones en el Perú no se hubieran convertido en un concurso de liliputienses políticos".
"La candidatura de López Aliaga se reduciría a una broma de mal gusto si las elecciones en el Perú no se hubieran convertido en un concurso de liliputienses políticos".
Mauricio Zavaleta

nos ha dicho lo siguiente: que el “poder caviar tiene el control de absolutamente todo” en nuestro país y que “el marxismo está metido en todos los sectores”. Más recientemente ha afirmado que nos gobierna una “mafia venezolana con Odebrecht a la cabeza”. Ha dicho, además, que los “medios de porquería” responden al Gobierno de turno, que el presidente Francisco Sagasti es “terruco”, corrupto y genocida, y que la Confiep y Capeco, los gremios empresariales más importantes del país, son “una buena porquería” y “una cueva de ladrones”. Nos ha presentado, en suma, a los enemigos del Perú.

También nos ha relatado sus crímenes: corrupción, neomarxismo y la obstinación por imponer en el “bastión cristiano” que es el Perú políticas destinadas a “destrozar” a las iglesias y las Fuerzas Armadas, quebrantar a las familias y “homosexualizar” a los niños. Toda doctrina de género –ha dicho a este Diario– “será evidentemente exterminada”. Nos ha advertido que esta no responde a la necesidad de educar en igualdad, sino a una agenda subrepticia articulada por organismos internacionales y el magnate húngaro George Soros, descrito por el candidato como su “mayor enemigo” y paradójicamente, su exaccionista.

La candidatura de López Aliaga se reduciría a una broma de mal gusto si las elecciones en el Perú no se hubieran convertido en un concurso de liliputienses políticos. Sin embargo, aquí estamos, frente a candidatos con posibilidades reales de llegar a una segunda vuelta con un porcentaje mínimo. En medio de una derecha pulverizada, López Aliaga ha alzado la cabeza a punta de falacias, la grosera distorsión de la realidad y su elemento más distintivo: la diatriba. Ha insultado abiertamente a periodistas, instituciones públicas, al presidente de la República y hasta a los miembros del Tribunal de Honor del Pacto Ético Electoral, ante quienes dice tener el menor respeto.

Pero sus afrentas son justificadas. Para sus seguidores más conservadores, es el paladín que resiste las fuerzas oscuras de caviares homosexualizadores y abortistas. En palabras de un vicario, “el candidato que defiende la vida, la familia y los derechos de Dios”. Pero esta no es la única dimensión que justifica la ofensa. Al calificar a quienes lo critican como corruptos o “mermeleros” –y, por lo tanto, responsables directos de la crisis social que vive nuestro país– dejan su condición de prójimos. No son rivales políticos, periodistas independientes o instituciones neutrales, sino enemigos que, debido a su angurria u obstinación ideológica, deben ser eliminados.

Por eso el peligro. Rafael López Aliaga es el candidato más opuesto al liberalismo político surgido en los últimos años. Si bien causó sorpresa su alianza con un sector del etnocacerismo en una pomposa ceremonia frente al Palacio de Justicia, esta puede ser interpretada como la conjunción de los dos movimientos más iliberales del panorama político nacional: ambos se oponen a una sociedad abierta y no toleran el disenso. El bastión cristiano y la nación cobriza ofrecen fórmulas absolutas y, más importante aún, enemigos existenciales: la confabulación caviar anticristiana para los primeros. Las élites criollas y entreguistas para los segundos.

El candidato de Renovación Popular desafía el pluralismo político y las instituciones destinadas a garantizarlos: los tratados de derechos humanos (ha prometido someter a referendo la permanencia del Perú en el Pacto de San José), las instituciones autónomas (su partido se negó a firmar el Pacto Ético Electoral del JNE), y la prensa libre (acusando a periodistas de sicarios, mermeleros e ignorantes). Sin embargo, no han tenido problema en asistir como invitado 29 veces a Willax desde enero (de acuerdo con el conteo realizado por el Grupo de Investigación de Partidos y Elecciones de la PUCP), un canal que se ha comportado lo más cercanamente posible a un medio de prensa propaganda partidaria.

El ataque sostenido de López Aliaga a la prensa no solo es inédito por parte de un candidato presidencial, sino que puede ser su rasgo más revelador. De acuerdo con el último reporte de la V-Dem, 6 de los 10 países que han visto más socavada su institucionalidad democrática en los últimos años –Brasil, Bolivia, Hungría, India, Polonia y Turquía– coinciden con que su deterioro fue iniciado con el arribo al gobierno de un líder empeñado en limitar la libertad de expresión, demonizar la oposición y auspiciar campañas de polarización. Han sido exitosos en hallar enemigos –reales en algunos casos, pero, sobre todo, imaginados– cuyas acciones malévolas solo pueden ser contenidas por el propio gobernante autoritario. Una promesa autocumplida.

Luego de un quinquenio de disfunción política, la democracia peruana es más vulnerable que nunca a ‘wannabe’ autoritarios que quieren incendiar la casa. En la derecha política, el fracaso del fujimorismo en constituirse como el partido conservador peruano ha traído como resultado inmediato una candidatura extrema que antes hubiera habitado en su flanco más oscuro. No pudieron controlarlos y aquí estamos, nuevamente, frente a una elección donde uno de los candidatos se ha abierto paso enlistando a sus enemigos.

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