El mundo no está preparado para el tsunami electoral que se avecina. Facebook tampoco. Con tantas elecciones en el horizonte (Francia, Kenia, Australia, Brasil, Filipinas y Estados Unidos celebrarán elecciones este año), la conversación ahora debe centrarse en cómo se está preparando la red social.
Sé lo que es prepararse para una elección en Facebook. Trabajé allí durante 10 años y, desde el 2014 hasta finales del 2019, dirigí el trabajo de la empresa durante las elecciones a nivel mundial.
Los planes electorales responsables no se pueden poner en marcha en días o semanas. Se necesita tiempo no solo para organizarse internamente, sino también para establecer conexiones significativas y necesarias con las comunidades de todo el mundo que trabajan para asegurar las elecciones. Facebook debe realizar esfuerzos serios, concertados y bien financiados hoy.
Todavía hay tiempo para que Facebook se comprometa con una hoja de ruta disponible públicamente que describa cómo planea desarrollar sus recursos para combatir la desinformación y el discurso de odio en todo el mundo. Además de estas protecciones técnicas, necesita personas con experiencia en el idioma y la cultura específicos del país para que puedan brindar información más precisa sobre el habla o el comportamiento de los ciudadanos que podrían violar las reglas de la plataforma.
Estoy orgullosa del progreso que logró la empresa al brindar más transparencia a los anuncios políticos, al desarrollar alianzas con la sociedad civil y al eliminar las operaciones de influencia. Sin embargo, proporcionar la infraestructura técnica para combatir la desinformación es solo la mitad de la batalla. Facebook enfrentó el escrutinio nuevamente en el 2020 y el 2021 por cómo manejó todo, desde la cuenta de Facebook del presidente estadounidense Donald Trump hasta los reclamos falsos del fraude electoral y los eventos del 6 de enero. Muchas de las conversaciones que tuve en ese momento giraron en torno a equilibrar el derecho a la libertad de expresión con el daño que el expresarse podría causar a alguien.
Este es uno de los dilemas centrales a los que se enfrentan empresas como Facebook. ¿Cuál es la decisión correcta para los administradores de la empresa cuando un presidente en ejercicio de los Estados Unidos viola los estándares comunitarios de su plataforma, incluso cuando creen que las personas deberían poder escuchar lo que tiene que decir? ¿Cuándo está la gente ejerciendo su derecho a organizarse y protestar contra su gobierno, en lugar de prepararse para una insurrección violenta?
Estos son los tipos de preguntas difíciles que surgen en todos los países, pero Facebook también necesita un seguimiento específico de cada lugar. La experiencia humana es la única forma de comprender verdaderamente cómo cambian las discusiones acaloradas en tiempo real y de ser sensible a los matices lingüísticos y culturales.
Facebook ha invertido miles de millones en este tipo de trabajo. Pero la mayor parte de su inversión para clasificar la información errónea, por ejemplo, se ha centrado en los Estados Unidos, a pesar de que los usuarios activos diarios en otros países constituyen la gran mayoría de la base de usuarios.
Es poco probable que en los próximos dos años, y mucho menos en los próximos meses, Facebook pueda crear protecciones en todos los países. Pero debe comenzar a planificar ahora cómo ampliará exponencialmente a su personal, los productos y las asociaciones para manejar tantas elecciones a la vez en el 2022 y el 2024. También deberá ser transparente sobre cómo determinará qué construir en cada país.
Estos problemas no son los que Facebook puede solucionar por sí solo. Su matriz, Meta, es una empresa privada, pero con una enorme influencia en la sociedad y el discurso democrático. Facebook debe seguir reconociendo la responsabilidad que tiene de proteger las elecciones en todo el mundo e invertir en consecuencia. Los gobiernos, la sociedad civil y el público deben hacerlo responsable de hacerlo.
–Glosado, editado y traducido–
© The New York Times
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