“En Venezuela, para el mes de junio, casi el 70% de todas las transacciones se realizaron en dólares”.
“En Venezuela, para el mes de junio, casi el 70% de todas las transacciones se realizaron en dólares”.
Virginia López Glass

Hace unos años, estaba experimentando una escasez de alimentos tan devastadora que la gente hacía filas durante horas solo para tener la oportunidad de comprar alimentos básicos. Hoy, esos tiempos parecen una lejana pesadilla.

La gente puede comprar víveres, medicamentos y otros productos que durante casi una década fue imposible encontrar gracias a la dolarización informal de la economía y al levantamiento parcial del control sobre los precios y los aranceles de importación por parte del gobierno de . Después de años de privaciones y de estar cerca de un colapso económico y del caos político, este cambio ha mejorado la calidad de vida de muchas personas en Venezuela. Usar el dólar en lugar de la moneda local, el bolívar, tiene sus inconvenientes, pero, por ahora, ha traído una frágil estabilidad.

En el 2019, los venezolanos comenzaron a adoptar espontáneamente el dólar como una forma de eludir la hiperinflación. Los dólares y otras monedas extranjeras –como el euro y el peso colombiano– han estimulado un poco la producción de ron y a la industria petrolera en ruinas.

Steve Hanke, economista experto en hiperinflación, me dijo que la dolarización, incluso si es improvisada, puede ayudar a las personas a “protegerse de los estragos de la hiperinflación del bolívar”. En el caso de Zimbabue, designar al dólar estadounidense como su moneda oficial en el 2009 rescató su economía del abismo.

En Venezuela, para el mes de junio, casi el 70% de todas las transacciones se realizaron en esa moneda. Alrededor del 60% de esas compras se realizaron en efectivo y el resto mediante transferencias bancarias o sistemas de pago en línea.

Más de han huido de Venezuela en los últimos años. Esto se traduce en un mayor acceso a dólares, ya que muchos venezolanos en el exterior envían dinero a sus familiares que se quedaron en el país.

El flujo de dólares también está dando nueva vida a la actividad comercial. Más productores están produciendo, más importadores están importando y más gente está comiendo.

Sin embargo, aunque la circulación de dólares es una manera importante de sortear los controles de cambio, el proceso para obtener efectivo es complicado. Caty Aguilar, residente de Petare, uno de los barrios más grandes de Caracas, me dijo que recibe entre US$30 y US$50 al mes de su hija que vive en el Perú. Recibir esas remesas significa pasar por una red informal de cambistas de dinero, que a menudo se quedan con una gran parte.

Una economía en dólares improvisada tampoco es completamente inmune a la hiperinflación. Los precios siguen subiendo y son incluso más altos ahora que se fijan en dólares. Esto dificulta que muchos venezolanos puedan comprar artículos de uso diario. Los productos básicos ya no escasean, pero son tan caros que otras necesidades como la ropa y los artículos de higiene se han convertido en un lujo.

La Venezuela del socialismo de , con subsidios alimentarios que inicialmente ayudaron a los pobres, pero que pronto ocasionaron una escasez general crónica, está dando paso lentamente al capitalismo tropical caótico de Maduro, en el que existen dos monedas enfrentadas entre sí. Hay liberalización económica, pero también represión, distorsiones de precios y desigualdad. Además, paradójicamente, al proporcionar a la economía un salvavidas para soportar las sanciones de Estados Unidos y la inflación persistente, la economía del dólar ayuda a Maduro a permanecer en el poder.

Para que todos los venezolanos se beneficien de una economía en dólares, el país tendría que adoptar el dólar como su moneda. Pero para que esta y otras reformas económicas profundas puedan llevarse a cabo, se deben levantar las sanciones internacionales.

Eso es casi imposible debido al estancamiento político entre Maduro, un presidente que no es reconocido por Estados Unidos, y . Con otra que se está realizando en México, los venezolanos quizá vean algún progreso si los dos líderes pueden acordar un cronograma para celebrar elecciones libres y justas.

Mientras tanto, están condenados a seguir buscando formas poco convencionales de vivir en una economía dolarizada.


–Glosado y editado–

© The New York Times