"El juicio debía comenzar esta semana. Por la cantidad de imputados y por amplitud del caso, el Poder Judicial indicó que las audiencias deberían ser presenciales. Esto no solo es imposible por la pandemia, sino porque además uno de los jueces se ha contagiado de COVID-19". (Ilustración: Giovanni Tazza)
"El juicio debía comenzar esta semana. Por la cantidad de imputados y por amplitud del caso, el Poder Judicial indicó que las audiencias deberían ser presenciales. Esto no solo es imposible por la pandemia, sino porque además uno de los jueces se ha contagiado de COVID-19". (Ilustración: Giovanni Tazza)
Ricardo León

Un lunes, a fines de junio del 2010, en Huamanga, presentó públicamente a los primeros integrantes del ). Primero hubo un recorrido por algunas calles de la capital ayacuchana en el que se gritaron arengas que, en aquella ciudad con una carga histórica tan marcada, tocaron fibras sensibles a quienes las escucharon aquella fría mañana.

Después hubo una conferencia de prensa, breve pero tensa. Casi al final, un periodista local interpeló a Fajardo, y le pidió que explicara lo que simboliza el logotipo del Movadef: un sol rojo que asoma detrás de tres cerros del mismo color, debajo de los cuales cruza una trocha color amarillo brillante. Fajardo mencionó entonces al pueblo y sus problemas (el sol, los cerros), junto a los cuales se extiende “un esperanzador camino iluminado”. “¿Es decir, un sendero luminoso?”, replicó el agudo periodista. “Interprételo como quiera”, dijo Fajardo, sin alterarse.

Por aquellos mismos días, la analizó una entrevista que Florindo Flores Hala, alias ‘Artemio’, el último cabecilla terrorista fiel a Abimael Guzmán en la región del Alto Huallaga, dio a una radio de la localidad de Aucayacu, en la selva de Huánuco. Los policías especializados en enfrentar a terroristas, pero también hábiles para interpretar sus mensajes, llegaron a la conclusión de que ‘Artemio’ manejaba el mismo discurso del Movadef, que apoyaba la tesis del “comunismo sin armas”. Pero algo más: la Dirandro supo, a través del testimonio de colaboradores eficaces, que ‘Artemio’ habría entregado dinero (se habló de US$100 mil) a Fajardo y a Alfredo Crespo, el otro abogado de Guzmán, y otra de las cabezas visibles del Movadef.

Sucedieron varios hechos desde entonces, pero el acto principal todavía no empieza.

Primero, en enero del 2012, el Jurado Nacional de Elecciones rechazó la inscripción del Movadef porque “incurrió en defectos subsanables y uno insubsanable, referido a la adopción del denominado marxismo-leninismo-maoísmo, pensamiento ‘Gonzalo’ como parte de su ideario”, según se lee en la resolución.

Un mes después, ‘Artemio’ fue capturado en la selva, mal herido y abandonado. Sin él, se terminaron de extinguir las columnas senderistas que merodeaban en el Huallaga. Poco antes, entrevistado por Gustavo Gorriti, y quizá oliendo el futuro, dijo: “Nos abocaremos a seguir la lucha política sin armas (…) No vamos a tirarnos a dormir”.

Después, en abril del 2014, la policía capturó en varias zonas del país a más de 20 integrantes del Movadef, incluidos Fajardo y Crespo, y requisó las celdas de Abimael Guzmán, de ‘Artemio’ y de otros cabecillas presos. Esa operación policial dio inicio al Caso Perseo. “Ese caso es importantísimo, determinará si Movadef es parte de Sendero, por lo que, quien es integrante del Movadef, es terrorista. Pero necesitamos una sentencia para eso”, dijo tiempo atrás a El Comercio el procurador antiterrorismo, Milko Ruiz.

Cuatro meses después, en agosto del 2014, Crespo y Fajardo, junto a otros detenidos salieron de la cárcel luego de que un juez variara la orden de detención por la de comparecencia. “Hay que ser respetuosos pero, como sociedad, no hay que ser ingenuos”, dijo el día de la liberación José Luis Pérez Guadalupe, presidente del INPE y encargado finalmente de abrirles las rejas.

En el 2018, Fajardo falleció. El abogado murió antes de que comenzara el juicio del , en el que la fiscalía pedía 25 años de prisión contra él y otros integrantes del Movadef por presunta apología al terrorismo.

El juicio debía comenzar esta semana. Por la cantidad de imputados y por amplitud del caso, el Poder Judicial indicó que las audiencias deberían ser presenciales. Esto no solo es imposible por la pandemia, sino porque además uno de los jueces se ha contagiado de COVID-19. El Caso Perseo sigue abierto. Todavía el Movadef, o sus variantes, asoman de cuando en cuando, extendiendo el “camino iluminado” que no quiso explicar Fajardo aquella vez en Huamanga, ciudad que no olvida.