Se ha convocado a elecciones para el 10 de abril. Es decir, en menos de cinco meses tendremos la posibilidad de elegir un mejor Congreso que el actual. Para lograrlo, empecemos por saber exactamente cuáles son sus funciones y qué compromisos podrían asumir los que aspiran a llegar a él.
Las funciones son básicamente cuatro. Normalmente nos referimos solo a dos –legislar y fiscalizar–, pero el Congreso tiene también la labor de representar, así como de nombrar o ratificar a determinadas autoridades de organismos constitucionales.
Empecemos por la labor legislativa. Lo principal es que el nuevo Parlamento no rehúya, como el actual, a las reformas urgentes que se requieren en materia política y electoral. Aparte de ello, un compromiso que pueden asumir quienes quieran ser legisladores es asegurar que sus proyectos incluirán un auténtico análisis costo-beneficio. Hoy es común que los legisladores lo ignoren, limitándose a colocar algo que no es cierto: “El presente proyecto de ley no irroga gasto alguno al Estado”. Frente a esto, la asociación Transparencia tiene una propuesta que debería ser recogida por los candidatos: la creación de la oficina de estudios económicos del Congreso, para que elabore los estudios de análisis costo-beneficio de los proyectos de ley, emitiendo un dictamen previo no vinculante.
Respecto a la labor fiscalizadora, su importancia radica en que permite contar con el control político necesario para el adecuado funcionamiento del sistema democrático. Ella se traduce en la posibilidad de interpelar y censurar ministros, así como en el trabajo de las comisiones investigadoras, por mencionar solo dos ejemplos. Es clave que los legisladores cumplan esta labor respetando el debido procedimiento, evitando que primen los cálculos político-electorales y sin dejar de lado sus otras funciones. Asimismo, sería importante que se debatan mecanismos para fortalecer el rol del Ministerio Público y evitar que la fiscalización congresal pueda entorpecerlo.
La labor de representación, por otro lado, nutre el trabajo legislativo y de fiscalización, pues permite el nexo permanente entre representantes y representados. Ello no siempre se cumple, lo que explica, en parte, el bajo índice de parlamentarios reelectos. Por ello, además de un adecuado uso de la semana de representación, los congresistas deben procurar otros mecanismos de contacto directo, como las redes sociales, para preservar ese vínculo esencial.
Por último, los congresistas son responsables de elegir al defensor del Pueblo, a los magistrados del Tribunal Constitucional y a tres directores del Banco Central de Reserva (BCR); así como designar al contralor de la República a propuesta del Ejecutivo y ratificar la designación del presidente del BCR y del superintendente de Banca, Seguros y AFP. Rara vez el Congreso cumple con esta labor de forma oportuna, y suelen ser procesos controvertidos por la falta de transparencia e idoneidad. Los legisladores deben tener un compromiso institucional muy claro sobre ello, con procesos claros y medidas que posibiliten la meritocracia.
Como vemos, existen muchos temas a discutir y muchos compromisos que se pueden realizar en la próxima campaña. Depende de los candidatos pronunciarse y de los ciudadanos exigir dicho pronunciamiento. En nuestras manos está la posibilidad de contar con un mejor Congreso.