El Día del Minero se conmemora cada 5 de diciembre desde 1989, pero en esta ocasión, en vez de una celebración, vivimos jornadas de luto por el execrable asesinato de nueve trabajadores de la minera Poderosa en Pataz (La Libertad).
En esta fecha se reconoce la labor de quienes extraen minerales de socavones y de minas de tajo abierto, pero, por extensión, se celebra también a los más de 250 mil trabajadores que integran la industria minera formal, principal motor de desarrollo económico en el Perú.
Este trabajo tiene particularidades que lo distinguen de otras actividades. Por lo general, se realiza en territorios remotos, entre climas helados y alturas de más de 4.000 m.s.n.m. Es una labor de alto riesgo, que se desarrolla en terrenos inestables, empleando equipos de grandes dimensiones y enfrentando enormes desafíos geográficos y logísticos.
Es también una actividad que implica sacrificios. Los regímenes de ingreso y salida de los campamentos y los horarios exigentes obligan a los mineros y mineras a permanecer fuera del ámbito familiar por largos períodos. Por estas y otras razones, es una labor muy valorada en la sociedad.
Pero en esta lamentable coyuntura también debemos referirnos a la minería informal. Esta actividad emplea a más de 400 mil personas en el Perú, pero en condiciones muy por debajo de los estándares laborales, sanitarios, ambientales y fiscales de la minería formal.
Paradójicamente, parte del problema empieza en nuestro propio Estado Peruano con la creación, en el 2017, del Registro Integral de Formalización Minera (Reinfo). A través de este sistema, y pretendiendo incorporar a la legalidad, un minero informal puede hoy comprar explosivos, subcontratar trabajadores sin mayor fiscalización, ingresar a concesiones de terceros, procesar el mineral en plantas sin ningún tipo de control, venderlo en mercados poco transparentes y obtener ganancias sin aportar al erario. Todo ello, al margen del Estado de derecho y dejando tras de sí serios problemas que se acumulan en el tiempo.
En el fondo, el Reinfo no es integral y no formaliza a los mineros; por el contrario, los exime de toda responsabilidad con lo que la actividad deviene actos ilegales y criminales.
La formalización minera integral solo se logrará si se consigue definir la plena trazabilidad del proceso productivo, tal y como sucede con la minería formal. Para ello se requiere, en principio, afinar la inteligencia y la operatividad de la Policía Nacional y el acompañamiento de un Ministerio Público sólido y proactivo. Pero en esta tarea deben también participar entidades privadas y públicas que integran esta cadena productiva y que están llamadas a ser parte de la solución.
Que este Día del Minero sirva para saludar y agradecer a los trabajadores de nuestra querida industria, y para encontrar en el horizonte más cercano posible un país más formal y seguro.