(ilustración: Giovanni Tazza)
(ilustración: Giovanni Tazza)

La composición del ha generado justificados cuestionamientos por la naturaleza radical de mucho de sus miembros y por la acumulación de antecedentes incompatibles con la ética que demanda un cargo público. En esta ocasión, dos exprimeros ministros analizan el nuevo .

Buenos funcionarios para mejor gestión, por Mercedes Aráoz

“El Gabinete Bellido debe ejercer con responsabilidad el encargo que se le ha otorgado”.

El Gabinete Bellido no es una sorpresa porque sea un Gabinete de confrontación política con el Congreso. Sabíamos que iba a ser uno de extrema izquierda y que seguiría su plan de gobierno, el ideario de . Siempre lo anunciaron, aunque en la retórica lo suavizaron con el Plan Bicentenario. Tampoco lo es por la falta de paridad. El discurso misógino no solo es de Bellido o de , lo ha sido también del propio , quien en campaña tuvo frases infelices sobre las mujeres.

Escandaliza que varios de sus integrantes tengan en su haber indicios de corrupción y/o afinidad con el terrorismo. La sorpresa, sin embargo, es que sean, en su mayoría, personas con prácticamente ninguna experiencia pública de peso, sin conocimiento sobre el funcionamiento del Estado y, peor aún, sin ningún conocimiento sobre las materias a su cargo. Uno o dos ministros preparados para el cargo no asegura que puedan tener poder para llevar a cabo las políticas que se proponen si el presidente del Consejo de Ministros y el resto del Gabinete piensan diferente. Es un Gabinete de alto riesgo.

La función pública es un servicio que se debe proveer al ciudadano de manera impecable. Si quien dirige la política de algún sector no sabe de qué se trata, ¿cómo podría tomar decisiones que atañen a millones de personas? ¿Sabrán los señores nuevos ministros qué implicancias tienen las políticas de Estado del Acuerdo Nacional que partidos, empresarios, sindicatos y la sociedad organizada firmaron hace casi 20 años? ¿Están al tanto, acaso, de que hay políticas nacionales, como la de cambio climático o la de tratamiento del adulto mayor, que son las guías para desarrollar las acciones de sus sectores respectivos y que los presupuestos están planificados de acuerdo a los mandatos de estas? ¿Conocerán que la Política General de Gobierno que presentarán al Congreso tiene que adecuarse a esos marcos? Mi impresión es que no, creo que piensan que pueden hacer muchas cosas fuera de esos espacios y sin rendir cuentas.

Agrava la situación el nombramiento en cargos directivos de personas también cuestionadas y sin ninguna capacidad para siquiera asesorar al ministro del sector. Existen funcionarios públicos muy profesionales que podrían evitar que cometan algún descalabro. El problema es que si los directores de la línea son removidos y remplazados por personas sin preparación, las posibilidades de salvaguardar las buenas políticas públicas que se han llevado a cabo en los últimos 20 años, que han permitido el desarrollo del país, serían limitadas.

El Gabinete Bellido debe ejercer con responsabilidad el encargo que se le ha otorgado. Los ministros deben contar con los equipos técnicos de los ministerios, diseñar sus políticas públicas basadas en evidencia y con una mirada no ideologizada, teniendo al ciudadano como centro de la política y, finalmente, siendo íntegros y transparentes en todas sus acciones.

Mirarse en el espejo, por Luis Solari de la Fuente

“No mirarse en el espejo de la realidad es el origen de los evidentes errores en la constitución del Gabinete Ministerial”.

El presidente Castillo pasó a segunda vuelta con 10,774% de votos del total de electores hábiles (25.287.954). Esto quiere decir que 89,226% no votó por él.

En segunda vuelta obtuvo 8.836.380 votos, que determinaron que ganara por solo 0,252 de punto porcentual. Pero estos votos son el 34,943% del padrón electoral. Significa que 65,057% del total de electores no votó por él.

Para el Congreso, el partido político del señor Castillo obtuvo 1.724.303 votos: 6,818% del total de electores hábiles. Esto es, 93,182% no votó por su partido.

¿Cómo ganar una elección presidencial si en la primera vuelta se tiene 10,774% del total de los votos? Con votos prestados.

En la encuesta poselectoral de Datum del 16 y 17 de junio se hicieron cuatro preguntas relacionadas con planteamientos de campaña del entonces candidato Castillo: cambio completo de Constitución, solo 20% a favor; control de precios, 67% en contra; prohibición de importaciones, 69% en desacuerdo; cambiar o anular tratados de libre comercio, 78% respondió que deben mantenerse vigentes. Queda claro que los votos fueron “prestados” solo el día de la votación.

Hasta aquí la realidad.

Observar, discernir y actuar es un constante proceso para diseñar intencionalmente el futuro como “alfareros de la historia”. Pero, en vez de arcilla, usamos tres componentes: principios y valores, la temporalidad y la realidad a cambiar. Como el objetivo central de la política y de toda política pública es la justicia –esto es, el cambio de la realidad para mejorar las condiciones de desarrollo de las familias y personas–, es fundamental tener clarísima la realidad a cambiar.

Pero en el cambio de la realidad hacia la justicia, los principios y valores son esenciales para un recto sentido de la búsqueda de lo bueno para todos. Aquí es donde la fraternidad emerge como antorcha olímpica que guía hacia la construcción del nosotros como democracia y verdadera nación, donde gobernantes y gobernados se “abrazan” por todos, con todos y para todos.

¿Es esto posible en un escenario en que se ha decidido actuar distanciado de la realidad en nuestro actual proceso histórico?

“Usted se olvida qué partido ha ganado estas elecciones”, respondió a un periodista el presidente del Consejo de Ministros en reciente conferencia de prensa. Trasluce la expresión una actitud de haber ganado las elecciones en primera vuelta y con gran mayoría de los votos del padrón electoral. La realidad es que el candidato no recibió los votos del 65,057% del total del pueblo electoral y que en la elección congresal su partido no recibió los votos de 93,182% del pueblo electoral.

No mirarse en el espejo de la realidad es el origen de los evidentes errores en la constitución del Gabinete Ministerial y de diversos nombramientos. Felizmente hay varios caminos para enmendar.

“Se puede ganar con la mitad, pero no se puede gobernar con la mitad en contra” (John F. Kennedy).


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