(Ilustración: Giovanni Tazza).
(Ilustración: Giovanni Tazza).

Largo ha sido el recorrido desde el 28 de julio de 1821. Por nuestro Palacio de Gobierno han pasado 114 presidentes; unos por horas o días y otros, felizmente, culminaron el período para el que fueron elegidos. Cabe recordar que recién en 1872, después de 50 años de vida republicana “independiente”, tuvimos el primer presidente civil elegido democráticamente.

Nuestra democracia se ha caracterizado (como en la mayoría de hermanos países latinoamericanos) por la alternancia de gobiernos dictatoriales, golpes de Estado, nuevas elecciones y gobiernos democráticos. Hemos tenido una docena de constituciones, casi siempre como una salida a los quiebres antidemocráticos.

Todo el Perú sabe lo difícil que fue el último proceso electoral, por una serie de razones que van desde la crisis de partidos hasta la inoportuna o extemporánea norma legal que disponía la exclusión de candidatos en caso de entrega de dádivas. Esta ley, accidentada y promulgada ya en pleno proceso electoral, fue el detonante. Incluso un reconocido intelectual sostuvo, en una entrevista en “Perú 21”, que esta ley fue premeditadamente dada para traerse abajo el proceso.

Con mucha dificultad, el sistema electoral se puso a prueba. Demostrando entereza institucional, llegaron a la segunda vuelta los dos partidos que el pueblo decidió: y Peruanos por el Kambio (PPK). Finalmente se impuso en el Poder Ejecutivo, por un escaso margen de poco más de 41.000 votos.

Pero ya la otra fuerza política había asegurado en primera vuelta colocar 73 legisladores, de los 130 que integran el Poder Legislativo. La segunda vuelta pudo ganarla cualquiera de los dos partidos, entendiendo que este proceso se definió por el anti más que por el peso de la fuerza política “ganadora”.

Esto no parece ser entendido por el partido que gobierna el Congreso, que decide cuándo expulsar a un ministro o nombrar a altas autoridades (llámese presidente o directores del BCR, defensor del Pueblo, magistrados del Tribunal Constitucional, contralor general de la República, etc.). La oposición debe comportarse pensando en que mañana puede ser gobierno y viceversa.

Si bien con mucho esfuerzo salió adelante la cuarta transferencia democrática, un hecho inédito en la historia de nuestro país, no olvidemos que en el Congreso se pidió la vacancia del presidente de la República por incapacidad moral durante los gobiernos de Alejandro Toledo, Alan García y Ollanta Humala.

No estamos tratando a nuestra democracia con una visión histórica y constructiva. Es si como después de un parto dificultoso, le negáramos el oxígeno a la criatura.

Arrinconamos a nuestra democracia y nos frotamos las manos especulando sobre la debilidad del gobierno. ¿Hacia dónde queremos llegar? Si otro hubiese sido el resultado del último proceso electoral, otro partido político también hubiese tenido que afrontar los golpes de El Niño costero, Lava Jato, los problemas de inseguridad, las huelgas y las marchas por doquier.

Así que es hora de que todos pongamos el hombro para sacar adelante nuestra endeble continuidad democrática, superar esta coyuntura y llegar institucionalmente al bicentenario con la quinta renovación consecutiva y democrática.

¿Es mucho pedir? Creo que es el sueño de la mayoría de peruanos. ¿De quién depende? La respuesta se cae de madura. ¿Y qué fue de la ansiada ? Nada hasta hoy. ¿Qué país es el que le queremos dejar a nuestros hijos y nietos?