Por el momento, Idlib, el último bastión rebelde restante de Siria, permanece en silencio. El Gobierno de Turquía ha negociado un acuerdo que retrasa el ‘día del juicio’: cuando el ejército de Bashar al Assad, respaldado por Rusia, atacará la provincia de Idlib para matar a los rebeldes remanentes. Ese respiro es una buena noticia para los 2,9 millones de hombres, mujeres y niños atrapados y en peligro, pero no hay garantía de que esta tregua perdure. Eso dependerá de si varios grupos rebeldes, que en conjunto forman decenas de miles de combatientes acorralados en Idlib, depositarán sus armas o lucharán hasta el final.
Cuando comience el asalto del Gobierno Sirio contra Idlib, será la última gran batalla de la guerra civil en Siria, que ha durado siete años. La reconstrucción a gran escala puede comenzar cuando finalice la lucha, pero este conflicto ya ha matado o desplazado a la mitad de las personas que vivían en ese país en el 2011, y ha causado daños psicológicos irreversibles a quienes han huido y a muchos que permanecen.
El presidente de Siria, Al Assad, quiere evitar un baño de sangre si puede. Las acusaciones de que ha utilizado armas químicas prohibidas en el derecho internacional, incluso contra civiles sirios, ya han infligido un daño duradero a su credibilidad. Pero también quiere comenzar a reconsolidar el control de su país, y existe un motivo real de preocupación por el hecho de que su paciencia con los rebeldes tiene límites claros.
Él está lejos de ser la única parte interesada aquí. Este conflicto ha expuesto a Siria a una amplia gama de actores y observadores externos que temen las repercusiones del mismo para sus propios intereses. Para entender esta guerra y el futuro del país, es importante verlo desde múltiples puntos de vista.
Irán es el principal aliado regional de Al Assad. Su gobierno, que lidera un país rodeado de vecinos árabes hostiles y está bajo la presión económica sostenida de Donald Trump, necesita a Al Assad firmemente a cargo. Irán quiere ver aplastados a los grupos islamistas, las milicias rebeldes y otros enemigos de Al Assad, pero sus líderes también temen que su influencia en el futuro de Siria se vea socavada por el otro aliado confiable de Al Assad: Rusia.
El presidente ruso, Vladimir Putin, desea ampliar la influencia de su país en el Medio Oriente como una forma de aumentar el prestigio ruso en el escenario mundial y garantizar el acceso continuo de su Marina al Mediterráneo. Pero también es consciente del daño que una catástrofe humanitaria en Idlib le haría a sus intereses. Quiere evitar una sangrienta batalla que alienaría aun más a Europa y dificultaría la recaudación de fondos para reconstruir Siria, pero al igual que Al Assad e Irán, está listo para declarar la victoria y terminar esta guerra.
Nadie fuera de Siria está más decidido que el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, a evitar una batalla final en Idlib. Turquía ya alberga a unos 3,5 millones de sirios en campamentos improvisados, una solución que no es sostenible. Un asalto por parte del Gobierno Sirio a Idlib enviaría otra ola de civiles desesperados que luchan por llegar a la cercana frontera turca. La economía de Turquía tiene suficientes problemas sin otra oleada de refugiados cruzando sus fronteras.
Los líderes europeos también están observando atentamente, especialmente aquellos que dirigen países que albergan a un gran número de migrantes de Siria. Independientemente de sus opiniones sobre el salvajismo de Al Assad, saben que la reconstrucción de Siria no puede comenzar hasta que los hombres fuertes de Siria restablezcan el control firme del país, y que los sirios en Europa que podrían regresar a casa no se moverán hasta que sea seguro entrar.
El gobierno de Trump estará vigilando para ver que Al Assad no vuelva a usar armas químicas. Hay advertencias creíbles de Washington de que cruzar esta línea traerá nuevamente consecuencias al ejército de Al Assad, esta vez con mayor fuerza.
Finalmente, la otra parte interesada consiste en las Naciones Unidas y otras agencias de ayuda que quieren ayudar a los civiles atrapados dentro de Idlib. Ellos esperan abrir un corredor de evacuación que permita a tantas de estas personas como sea posible moverse hacia áreas más seguras antes de que comience cualquier combate.
Estas son las apuestas a medida que continúa el enfrentamiento sobre Idlib.