Mary T. Bassett

El caso de un joven paralizado por la en Nueva York no es simplemente inesperado; es impactante. La última vez que se diagnosticó poliomielitis en el estado de Nueva York fue en 1990. Y, sin embargo, ahora también se ha encontrado el virus en muestras de aguas residuales en el condado de Rockland, en el de Orange y en la ciudad de Nueva York. A medida que continúe la vigilancia, sabremos más, pero lo que ya sabemos es suficiente. Tenemos poliovirus circulantes que pueden causar parálisis en estas comunidades.

A diferencia del COVID-19, la polio no es una enfermedad nueva. Una vez fue una fuente de terror en los meses de verano, pero el virus parecía encaminado ya a los libros de historia. El éxito de las campañas de vacunación de los años 50 hizo que el poliovirus salvaje se declarara eliminado en Estados Unidos en 1979 y en América en 1994.

En la actualidad, la poliomielitis solo es endémica en Afganistán y Pakistán, aunque Malawi y Mozambique han notificado casos en los últimos siete meses. Los países ricos que cuentan con vigilancia están en alerta máxima. El 10 de agosto, la Agencia de Seguridad Sanitaria del Reino Unido anunció que ofrecería una dosis de refuerzo a los niños de Londres porque se ha encontrado un poliovirus en las aguas residuales.

El caso del estado de Nueva York no es una casualidad, un accidente extraño o una conspiración del gobierno. Y no es de extrañar que solo haya habido una persona con parálisis. Muchos ignoran que alrededor del 70% de las personas que contraen la polio no presentan síntomas. Alrededor del 25% de las personas infectadas experimentan síntomas leves o parecidos a los de la gripe –dolor de cabeza, fatiga, fiebre, rigidez, dolor muscular, náuseas, dolor de garganta– que podrían confundirse con muchas otras enfermedades. Menos del 1% de los infectados desarrollan parálisis. De los paralizados, entre el 2% y el 10% mueren al inmovilizarse los músculos de la respiración.

El mayor peligro es para los adultos y los niños que no están vacunados. Si bien puede suponer que usted y sus hijos están al día con las contra la poliomielitis, ahora es el momento de asegurarse de que así sea.

La cobertura de vacunación es demasiado baja en demasiados lugares, y las personas no vacunadas y sub-vacunadas se agrupan con demasiada frecuencia. Las personas inmunizadas tienen un muro virtual contra la parálisis y pueden diseminar menos virus si se infectan. La propagación comunitaria es lo que impulsa la aparición de cepas paralizantes.

Las vacunas antipoliomielíticas al día son un requisito para los niños en edad escolar. Pero se necesitan más vacunas y rápido. El mayor obstáculo es la resistencia a las vacunas, que ha crecido astronómicamente. Hoy en día, los departamentos de salud no solo luchan contra las enfermedades infecciosas, sino también contra las campañas de desinformación diseñadas para hacerle la guerra a las vacunas.

Se ha perdido la comprensión de que el gobierno realiza funciones necesarias que los individuos y las familias no pueden hacer solos: el gobierno protege nuestro aire, agua y alimentos. Suprime el contagio. Cuando los organismos de salud pública responden de forma reactiva en lugar de preventiva ya es demasiado tarde. El daño ya está hecho, el sufrimiento ha sobrevenido y la fe en las instituciones que la gente necesita queda devastada. La poliomielitis, una antigua plaga, puede volver. La buena noticia es que aún podemos cambiar este sombrío escenario.


–Glosado, traducido y editado–

© The New York Times

Mary Bassett es Comisionada del Departamento de Salud del estado de Nueva York