Viejos conocidos

El Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep) fue uno de los actores que se trepó a la palestra para encarar al régimen. Habituados a la convivencia, la empresa privada no le perdonó a Ortega la reforma de la seguridad social, sin consultas y acomodos previos. José Adán Aguerri, presidente de la institución desde el 2007, debe de haber visto con estupor cómo se rompió la alianza con la dictadura. Las reformas fueron eventualmente revocadas debido a la presión de la calle y, desde entonces, la cúpula del sector privado sobrelleva el fin de la época del ‘fast-track’ y del corporativismo complaciente.

En los próximos días, el Cosep elegirá a sus autoridades en medio de la más profunda crisis social, política, económica y sanitaria de la historia reciente de Nicaragua, lo que ha generado una discusión sobre el tipo de liderazgo que debe presidir la institución. Cada vez se escuchan más voces que demandan la revisión de sus propios procesos institucionales, así como un rol más determinante en la lucha por el restablecimiento de la democracia y del estado de derecho en Nicaragua.

Michael Healy Lacayo, uno de los candidatos, generó un alud de comentarios tras afirmar en una entrevista que “la única solución a la actual crisis de Nicaragua es a través de un acuerdo político y económico con Ortega”. Fue un discurso anacrónico que evocaba alianzas del pasado, pues Healy colabora con la entidad desde el 2013. Por otro lado, Carmen Hilleprandt, candidata a la primera vicepresidencia de la Cosep, opina que “si la juventud y la sociedad civil ya despertaron, nosotros, el sector y la cúpula empresarial, debemos aportar con un nuevo modelo más democrático, basado en estándares de ética y de desarrollo social”.

El Cosep debe elegir terminar de manera contundente con el modelo que lo asocia a la dictadura de Ortega. La elección que tiene ante sí la empresa privada debe favorecer la adopción de un modelo más inclusivo, que fortalezca nuevos liderazgos, que escuche a los ciudadanos y que le envíe al país un mensaje claro de compromiso con la democracia. Esta es probablemente la decisión más importante de la empresa privada en las últimas dos décadas. Es un paso esencial para superar la desconfianza y unir a todos los sectores que apuestan por una transición ordenada hacia la democracia.