¿Por dónde empezar a solucionar una problemática donde todos los actores involucrados actuaron tan mal? El Gobierno no fue consciente de la necesidad de llegar a un acuerdo rápido con las clínicas privadas para atender a enfermos de COVID-19. A la pésima capacidad de negociación que arrastra históricamente el Estado se sumaron el cambio de autoridades del Seguro Integral de Salud (SIS) en medio del proceso y la falta de voluntad de ambas partes para llegar a acuerdos razonables. Hasta que la oportunidad política se presentó y el presidente anunció su efectista ultimátum de 48 horas. Las clínicas, a su vez, se ganaron a pulso llegar a este punto y, sobre todo, llevar su reputación institucional a cuidados intensivos.
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