Santiago Pedraglio

Se ha confirmado la visita al del presidente de la República Popular y secretario general del Partido Comunista Chino, Xi Jinping, para el segundo semestre de este año. La presencia del presidente chino en la Cumbre APEC 2024 y, sobre todo, su participación en la inauguración del terminal portuario de Chancay, confirma la importancia que China le otorga a América Latina y, en este caso particular, al Perú.

Un breve repaso del espectacular crecimiento del comercio entre China y la región durante las dos últimas décadas permite constatar el peso actual de este vínculo. El informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), organismo de la ONU para la región, titulado “Perspectivas del comercio internacional de América Latina y el Caribe, 2023″, brinda valiosa información al respecto.

Un primer dato duro del informe es, precisamente, el incremento del vínculo: “El intercambio bilateral, que en el 2000 apenas superaba los US$14.000 millones, en el 2022 se acercó a los US$500.000 millones, con lo que multiplicó 35 veces su valor”. Así, China desplazó “a la Unión Europea como el segundo socio comercial de la región, al absorber en el 2022 el 13% de sus exportaciones y suministrar el 22% de sus importaciones”. Algo más: “desde el 2018, el peso de América Latina y el Caribe en las importaciones totales de China supera al de los Estados Unidos. En el 2022, sus participaciones fueron del 8,5% y el 6,6%, respectivamente”.

Una de las características del gran crecimiento de las exportaciones de América Latina a China es la magnitud de las materias primas: “en el 2022 el 95% de las exportaciones de la región correspondió a materias primas y manufacturas basadas en recursos naturales, [mientras que] los envíos de China correspondieron en un 88% a manufacturas de tecnología baja, media y alta”. El informe añade que “al desglosar el comercio bilateral por niveles de intensidad tecnológica, se observa que la región solo es superavitaria en bienes primarios”.

En síntesis, “en promedio, el 93% de las exportaciones regionales a China entre el 2000 y el 2022 provino de América del Sur, lo que refleja la abundante dotación de materias primas de esa subregión. De hecho, tan solo tres países sudamericanos (Brasil, Chile y el Perú) explicaron el 82% de los envíos. El 6% provino de México, mientras que tanto el Caribe como Centroamérica tuvieron participaciones inferiores al 1%”. Debe añadirse que “en el trienio 2020-2022, absorbió, en promedio, entre el 30% y el 37% de las exportaciones totales de bienes de Brasil, Chile y el Perú, tasas que se encuentran entre las más altas a nivel mundial”.

El informe sugiere dos políticas centrales de cara al futuro del comercio con China. La primera es que “desde la perspectiva de América Latina y el Caribe, la diversificación exportadora es la principal asignatura pendiente. Tanto o más importante que expandir los flujos comerciales y de inversión en términos absolutos, es emprender acciones que apunten a modificar su estructura”, es decir, modificar su tradicional estructura primario exportadora. La segunda, que “la cooperación con China en materia de ciencia y tecnología debería convertirse en un pilar central de la relación económica con ese país en los próximos años”.

Consolidar una relación de respeto mutuo –que incluye medio ambiente y buen trato al entorno social– entre el Perú y China es fundamental; y manejar con criterio propio e independencia las tensiones entre Estados Unidos y China por la hegemonía en la región es, hoy por hoy, un asunto de la mayor importancia.

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