Sin duda las niñas, niños y adolescentes son uno de los grupos más golpeados en esta pandemia. En un trabajo conjunto con Unicef Perú y Renzo Guzmán, y en base a microsimulaciones, hemos calculado el impacto que esta pandemia traería en dicho grupo poblacional en la pobreza y desigualdad. Los resultados muestran que la pobreza monetaria se incrementará de 26,9% en el 2019 a 39,9% en el 2020. Este será el mayor valor registrado en este grupo desde el 2010. En términos absolutos, esto significa que más de 1 millón de niñas, niños y adolescentes caerán en la pobreza como consecuencia directa de la pandemia y las medidas de aislamiento social aplicadas por el gobierno.
Los segmentos poblacionales más afectados serían los hogares con niñas, niños y adolescentes de la costa rural (de 25,9% en el 2019 a 42,1% en el 2020) y la selva rural (de 45,1% en el 2019 a 60,7% en el 2020), así como los hogares cuya cabeza se desempeña en el sector informal (de 36,0% en el 2019 a 50,0% en el 2020). Una explicación de este hallazgo está en que estos hogares estarían más expuestos a eventos imprevistos al no poseer una fuente de ingresos constante, por lo que estarían más susceptibles a perder sus puestos de trabajo como consecuencia directa de las restricciones impuestas a las actividades económicas.
En cuanto a la pobreza extrema en niñas, niños y adolescentes, la estimación sugiere que se incrementará de 4,2% en el 2019 a 9,5% en el 2020, el mismo nivel registrado en el 2011. En términos absolutos, esto significa que cerca de medio millón de niñas, niños y adolescentes caerán en la pobreza extrema en el presente año, con las graves implicaciones que ello conlleva para su desarrollo presente y futuro.
Considerando el impacto negativo de la pandemia en las condiciones de vida de la infancia y la adolescencia, hay tres aspectos en los que es necesario seguir trabajando. Primero, mejorar la información para identificar a los hogares con niñas, niños y adolescentes pobres. Para ello, se requiere usar el padrón de hogares que se ya se ha construido para sostener y extender el alcance de la red de protección social en casos de emergencia y, en paralelo, desarrollar y adoptar una estrategia o plan de acción del gobierno digital.
Segundo, se debe brindar apoyo inmediato, ya sea con transferencias o con alimentos, para mitigar los efectos esperados en la pobreza infantil sobre la base del padrón ya construido, focalizando principalmente a las familias con niñas, niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad, De hecho, cálculos preliminares nos muestran que las transferencias por emergencia habrían contribuido a frenar hasta en dos puntos porcentuales el aumento de la pobreza en general e infantil. Asimismo, los programas de empleo temporal también estarían ayudando a mitigar el impacto.
Tercero, definitivamente se requiere fortalecer el sistema de protección social al desvincularlo de la situación laboral de las familias, con una capacidad administrativa más sólida, mayor cobertura, variedad más amplia de servicios y un mayor nivel de integración. Asimismo, resulta conveniente potenciar los programas sociales vigentes (como Haku Wiñay y Pensión 65) y vincularlos con acumulación de capital humano, priorizando las zonas rurales. Finalmente, se recomienda incrementar la cobertura de programas sociales en la población más vulnerable (e.g. hogares pobres, con menores de edad o personas mayores o con discapacidad) a través del acceso a plataformas digitales, con el objetivo de contribuir al cumplimiento del distanciamiento social.
Estamos viviendo una crisis sin precedentes y en todo el mundo se está experimentando el impacto negativo y demoledor de la pandemia en las niñas, niños y adolescentes. Para varios, esta crisis nos ha golpeado y aún cuando estamos preocupados, no nos ha llevado a una situación de pobreza. Desde nuestros espacios, tratemos dar de nuestro tiempo, esfuerzo y recursos para apoyar, colaborar y sostener a aquellos hogares que más lo necesitan.
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