“Para el 2021, el Gobierno ha destinado S/20.940 millones para salud, con lo que representa el 13,2% del presupuesto público total”. (Ilustración: Giovanni Tazza).
“Para el 2021, el Gobierno ha destinado S/20.940 millones para salud, con lo que representa el 13,2% del presupuesto público total”. (Ilustración: Giovanni Tazza).
/ Giovanni Tazza
Janice Seinfeld

Lo que se planeó gastar en el 2020 en el sector salud fue S/18.495 millones. Con la emergencia sanitaria, hasta noviembre de este año se había ajustado el presupuesto a S/26.543 millones; es decir, 30% más de lo contemplado cuando nadie podía prever que habría que enfrentar una pandemia.

Para el 2021, el Gobierno , con lo que representa el 13,2% del presupuesto público total. Sostiene que se ha priorizado este sector pero, si comparamos este aumento con el de otras carteras, vemos que, proporcionalmente, no es mayor. Y, lo más preocupante: el monto destinado a Salud para el próximo año no corresponde a las necesidades reales de financiamiento.

Para empezar, el continúa entre nosotros y, solo en noviembre, ha llevado a registrar 1.077 fallecidos más en relación al año pasado. Esta cifra responde, como sabemos, tanto a fallecidos producto de esta enfermedad, como de complicaciones de trastornos crónicos derivados de la emergencia sanitaria. Además, cuando llegue la vacuna necesitaremos colocar, grosso modo, 50 millones de dosis, que implican almacenamiento y distribución en cadenas de frío, gestión de inventarios, mucho capital humano de apoyo y farmacovigilancia para monitorear sus efectos en la población.

De otro lado, está el impacto de la pandemia en las enfermedades no transmisibles. Como estas no han podido ser tratadas oportunamente en estos meses, el sistema de salud deberá ahora resolver estadios clínicos más complejos y costosos en enfermedades como diabetes, hipertensión y cáncer.

Veamos una foto de esta última. Entre abril y mayo últimos, las atenciones en el Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas (INEN) cayeron a un quinto. Eso se traduce en una migración de los estadios clínicos más fáciles de resolver a los más complejos, porque la enfermedad ha ido avanzando mientras que las atenciones se detuvieron. El INEN ha proyectado que los tratamientos por cáncer regresarán al nivel prepandémico recién en el 2025 –por lo menos en lo relacionado a cáncer de mama y próstata–. Es decir, tenemos por delante cinco años en los que se deberá tratar pacientes con cuadros de enfermedad más avanzados y más costosos de curar.

Asimismo, hay que considerar que 3,4 millones de peruanos fueron incorporados al Seguro Integral de Salud (SIS) en el último año como parte del Decreto de Urgencia 017-2019, que establece medidas para la cobertura universal de salud. Desde esta columna saludamos esta decisión, pues la salud es un derecho. Sin embargo, para hacerlo efectivo se requieren recursos. Únicamente tratarlos por las enfermedades que cubre el plan de beneficios (PEAS) del SIS demandará S/1.800 millones adicionales al presupuesto del sector para el 2021. Si solo estimamos financiar los medicamentos e insumos farmacéuticos, costaría S/739 millones, bastante más que el incremento presupuestal asignado al SIS para el 2021, de S/100 millones.

A todas luces, la partida presupuestal asignada a salud para el 2021 será insuficiente para afrontar los retos trazados. Sorprende, incluso, que sea menor que lo gastado este año. No solo hay que seguir enfrentando el COVID-19 con profesionales que ya se contrataron y que deben mantenerse, y con las camas adicionales puestas al servicio de los pacientes. El gran desafío ahora es enfrentar con más solidez las enfermedades no COVID. Esto último incluye, además de las enfermedades crónicas, a la cada vez más creciente demanda por salud mental.

Necesitamos abordar las necesidades con mayor realismo y, sobre esa base, plantear los presupuestos. Pero esto no se logrará con un Estado que carece de información consolidada y actualizada para la correcta toma de decisiones. Esto sin contar con que, a la par, le corresponde generar los incentivos adecuados y mejorar la gestión. No se puede seguir gastando tan mal, más aún habiendo tantas carencias que atender. El argumento de que no se otorga más fondos a salud el 2021 porque se gasta poco y mal es inverosímil. Preocupa que no se esté dimensionando lo que se viene. Si algún año demandaba un alza especial del presupuesto del sector, ese es el que tenemos por delante.

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