La otra cuerda de Jara, por Juan Paredes Castro
La otra cuerda de Jara, por Juan Paredes Castro
Redacción EC

El voto de confianza que busca en el Congreso para el Gabinete que preside de templar en los últimos días. Pasa primero que nada por la cuerda de Palacio de Gobierno, cuerda que tiene que usarla para el mismo fin. 

Antes de convencer a las más variadas fuerzas del Congreso de la necesidad de una respetuosa y civilizada relación con el gobierno (que es lo que trae consigo todo voto de confianza), Jara tendría que estar segura de que el presidente Ollanta Humala y la primera dama Nadine Heredia así también lo quieren.

Sería una pena que Jara solo quisiera salir del apuro haciendo piruetas de equilibrio sobre la cuerda floja congresal de hoy, para luego dejar todo en manos del mandatario y de su esposa, como lo hicieron sus antecesores.

Jara requiere encarnar primero la confianza de Humala y Heredia en su persona, en sus funciones y en lo que representa la Presidencia del Consejo de Ministros en la tarea de gobierno y en su relación con los demás poderes públicos, entre ellos el Parlamento.

Todos queremos saber, por ejemplo, que Ana Jara es cien por ciento la primera ministra, sin rebaja alguna de su poder y sin la intromisión ajena en sus fueros.

Solo con un endose confianza de esta naturaleza la primera ministra puede estar en condiciones de negociar todos y cada uno de los votos que sea capaz de reunir en el Congreso. De otra manera el diálogo entre las bancadas partidarias y la simpática y locuaz primera ministra no pasará de un buen ensayo de buenas maneras y cortesías protocolares. 

No olvidemos que nuestro sistema no es parlamentarista sino presidencialista, y que la suerte de un primer ministro o primera ministra en el Perú, por más peso específico que tenga, depende decisivamente del jefe del Estado.

Es más: en los últimos tiempos, la persona y las funciones del primer ministro han experimentado inclusive una distorsión preocupante: la de estar fuertemente influidas por la gravitación de la señora Nadine Heredia en el ejercicio del poder presidencial.

En efecto, el diálogo impulsado por la primera ministra entre las bancadas legislativas no deja de ser una buena práctica, más aun desde un gobierno que ha hecho muy poco por tender puentes. Aunque parezca increíble no lo ha hecho ni con los bandos del propio oficialismo que piensan muy distinto de la llamada hoja de ruta, según podemos confirmar ahora después de la escisión en el Partido Nacionalista.

No descartamos, pues, que le vaya muy bien a la primera ministra en su diálogo con las bancadas y los partidos. Tampoco descartamos que vaya a reunir los votos necesarios para la confianza que busca.

Será más importante, sin embargo, que el voto de confianza nazca en la pareja presidencial antes que en el Congreso. Su concesión va a depender finalmente de quién lo infunde y con qué peso y garantías.