Mario Saldaña

Aún procesando la dolorosa y a la vez absurda de un colega tan querido y admirado como Luis ’ Miranda en circunstancias tan nuestras, tan peruanas, me choco con este informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos () sobre los abusos a los y las supuestas ejecuciones extrajudiciales durante las protestas políticas ocurridas en meses pasados.

No pretendo comparar lo que no corresponde. Entiendo que la CIDH aborda la relación estado/ciudadanos desde un marco conceptual y de tratados internacionales suscritos por el Perú. Y también que, más allá de lo que diga esta entidad, la palabra central la tendrán las autoridades fiscales y judiciales para hallar responsabilidades.

Voy al hecho de que todo el ecosistema local e internacional de los derechos humanos, teórica y conceptualmente, tiene un propósito final: el resguardo y el respeto por la vida de (todas) las personas; y que, adicionalmente, entregan esa responsabilidad a los estados en sus diferentes instancias.

No debería existir (es un supuesto) ninguna persona mínimamente cuerda (ya no digo demócrata) que haya celebrado la muerte de 60 peruanos en las protestas de meses atrás, originadas, promovidas y financiadas por mentes totalitarias y delincuenciales.

Nuestros sesgos muchas veces nos hacen olvidar el origen de las cosas. Un exceso policial o militar (deleznable y condenable) es el resultado final de una cadena de causalidades. Por ello, es vital ir hacia la causa principal. El mismo debate se daba en los años 80 y 90 con el terrorismo.

La partida del ‘Oso’, si para algo debiera de servir (como señalaba el editorial de El Comercio del 3/5/2023), es para volver nuestra mirada al hecho de la pérdida absoluta del valor de la vida en nuestro día a día.

Nuestra informalidad y corrupción (aspectos que abarcan al Estado y a la sociedad indesligablemente) matan a cientos de miles de peruanos todos los años en calles, carreteras, ríos, mar y, a veces, aire. Y por elementos tan elementales como la falta de frenos, de chalecos salvavidas, de irrespeto por las señales de tránsito o por las normas de seguridad y prevención básicas.

¿Llegará el día en el que la teoría de los derechos humanos evolucione hacia la regulación y la sanción de aquellas disfuncionalidades de la interacción entre ciudadanos y estados que más víctimas genera?

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Mario Saldaña C. es periodista