Se desploma la confianza, por Fernando Rospigliosi
Se desploma la confianza, por Fernando Rospigliosi
Fernando Rospigliosi

Esta vez todos los jugadores elevaron las apuestas. La oposición atacando, provocando y ofendiendo al vicepresidente y ministro de Transportes y Comunicaciones, Martín Vizcarra. Y el presidente Pedro Pablo Kuczynski (PPK) amenazando el jueves 2 con hacer una cuestión de confianza si es que se intentara censurarlo, es decir, poner en juego a todo el gabinete para sostener a Vizcarra. Aunque el viernes 3, PPK matizó y enfrió su postura y la justificó como una respuesta a los agravios. Quién sabe qué dirá los próximos días.

Por lo menos en un momento, PPK parecía darles la razón a quienes lo apremiaban a adoptar esa medida radical en diciembre, cuando el entonces ministro de Educación, Jaime Saavedra, fue interpelado y censurado. No obstante, esta situación es distinta.

Vizcarra es acaso el ministro más importante de PPK, más incluso que el presidente del Consejo de Ministros, Fernando Zavala. Primero, porque será el vicepresidente durante todo su mandato, a diferencia de cualquiera de los ministros, que puede ser removido y reemplazado en cualquier momento. Segundo, porque desde la campaña electoral desarrolló una estrecha relación de confianza y colaboración con él.

Por eso lo nombró ministro de Transportes, para que ayude a destrabar inversiones, una de las obsesiones del gobierno. 

Como es obvio, no calcularon que un ministro está expuesto a las críticas y a la posibilidad de interpelación y censura, como finalmente está ocurriendo. Debieron haberlo sospechado, porque desde el día mismo de su victoria electoral ya se había prefigurado un escenario conflictivo, con una oposición muy agresiva y una mayoría abrumadora en el Congreso.

Otra diferencia significativa con el caso de Saavedra es que en diciembre la aprobación de PPK todavía superaba a la desaprobación. Hoy eso ha cambiado y se ha invertido. Todas las encuestadoras muestran que la popularidad de PPK y el gobierno sigue cayendo. 

Es decir, ahora es un gobierno mucho más débil que hace tres meses, sobre todo teniendo en cuenta que depende, mucho más que cualquiera de los anteriores, del respaldo ciudadano.

En este caso parece que PPK jugó también mal sus cartas, porque luego del último de los retrocesos de Vizcarra –que postergó por tres meses el inicio de las obras de Chinchero–, parecía muy difícil que se pudiera justificar políticamente su censura, aunque probablemente no podía evitar la interpelación y el vapuleo.

En suma, sin que por el momento estuviera planteada seriamente la censura, PPK se adelantó a desafiar a la oposición. Si fuera un presidente fuerte, con organización y operadores políticos competentes, podría explicarse. Pero tal como están las cosas, no parece la mejor iniciativa. Podía haber esperado la interpelación para plantear la cuestión de confianza.

Como ha ocurrido antes, el desorden en las filas oficialistas fue público y notorio. El secretario general del partido de gobierno, el congresista Salvador Heresi, sostuvo que “en política no hay imprescindibles”. El vocero de la bancada oficialista, Y el parlamentario Juan Sheput sutilmente afirmó que “se tiene que evaluar la permanencia de Vizcarra en el gabinete”. Nadie se manifestó en el mismo sentido de su líder –es un decir–, el presidente PPK.

El asunto es que ningún congresista quiere poner en juego su curul, en el hipotético e improbable caso que luego de la censura de dos gabinetes se disuelva el Parlamento.
Pero tampoco los ministros quieren dejar sus cargos. Hoy muchas voces reclaman cambios en el gabinete y, según Datum, el 81% de los peruanos también (“Gestión”, 3/3/17). Hay una competición ministerial, entonces, por hacerse notar para evitar perder el puesto.

Pero quizás hay otro índice que debería preocupar mucho al gobierno: el de confianza del consumidor. Según GFK, se ha desplomado en febrero a 87 puntos –por encima de 100 es optimista, por debajo es pesimista– (“Gestión”, 2/3/17). Cada vez más peruanos creen que la economía está frenada, que es más difícil conseguir empleo y que la situación de su familia no mejorará en los próximos 12 meses.

Este el sustrato que corroe la popularidad del gobierno: las dificultades económicas cotidianas del peruano de a pie. Así, parece que se desmoronan tanto la confianza de los consumidores como la voluntad de PPK de hacer cuestión de confianza por Vizcarra.

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