Lo peor en una crisis es la confusión. La presidenta Dina Boluarte está confundida y, en vez de ayudar a resolver, complica más la situación.
Ella ha hecho un nuevo llamado al Congreso para que se trate ahí el adelanto de elecciones. “Desde el Ejecutivo –dijo– no tenemos interés de sostenernos de manera no democrática”.
¿”De manera no democrática”? Ella se sostiene en el cargo que ostenta por mandato de la Constitución y por unas elecciones democráticas. Fue elegida para remplazar al presidente y eso hace.
Las elecciones en las que Boluarte accedió a su cargo se quisieron cuestionar. El gobierno del que ella fue parte insistió muchas veces en que no dejaría torcer esa voluntad popular.
Ahora se quiere cambiar las reglas del juego. Pedir un adelanto de elecciones es pedir un cambio de la Constitución hacia atrás. Es cambiar el resultado de las elecciones del 2021.
Se puede forzar la figura de la reducción del mandato. Hay que entender, sin embargo, que eso es hacerle un hueco a la Constitución. Aun cuando se haga por la vía de la reforma, es romper el resultado democrático que puso a Dina Boluarte en donde está.
La vía más rápida, y que no rompe la Constitución, es la renuncia de la actual presidenta. Ella, no obstante, está más interesada en que el Congreso haga la reforma.
Instó al Parlamento a “mirar con esa responsabilidad lo que las calles exigen y vuelvan a plantear el adelanto de elecciones”.
¿Lo que las calles exigen? ¿Esa es la Constitución? ¿Incluye a los que atacaron la sede del Poder Judicial y el Ministerio Público? ¿A los de las huaracas, las piedras, los palos y avellanas?
Es cierto que hay dos tipos de manifestaciones muy distintas. Hay los que marchan y hay los que atacan. Los que atacan se aprovechan de los que marchan.
La mandataria no los distingue. Le pide a “ese grupo minúsculo deje de generar violencia”. “No nos vamos a cansar y la violencia no nos va a detener”, agregó.
¿Ese es el mensaje? ¿”La violencia no nos va a detener”? ¿No debería ser, más bien, nosotros vamos a detener la violencia?
“La violencia no tiene que ser el pan de cada día, tiene que ser el trabajo”. Muy bien, pero el Gobierno, ¿qué debe hacer con la violencia? ¿Debe dejar que ocurra y “no cansarse”?
“Aquellas personas que tengan una agenda política –ha propuesto– vengan para poder conversar y poner sobre la mesa la agenda social, que es lo que el país necesita, trabajar en calma”.
¿Conversar con los que tienen sitiado Cusco, Puno, Madre de Dios, Apurímac? ¿Era solo eso lo que faltaba? ¡De haberlo sabido! ¡Solo tenían que ser invitados a una tertulia!
La presidenta Boluarte no quiere renunciar. Está en su derecho. Si se queda, sin embargo, debe ser para gobernar. Entre otras cosas, para restablecer el orden y el Estado de derecho. ¿O para ella la democracia es más calle que derecho?
Si ese es su concepto de democracia, debería ponerse en primera fila en las marchas. Tendría que apoyar la excarcelación de Pedro Castillo, entre otras cosas.
No hay democracia sin Estado de derecho. Y en eso no debe confundirse la señora presidenta.