Ilustración: Nadia Santos
Ilustración: Nadia Santos
Pedro Suárez Vértiz

Ha pasado casi medio siglo desde que estrenó esta obra cinematográfica, la más laureada de Francis Ford Coppola, y hasta hoy es considerada como una de las películas más importantes de la historia. Incluso, los sociólogos la usan como referente para explicar su efecto en la cultura italoamericana. Le llaman “efecto El Padrino”. Este filme es considerado un must-see, de visión obligada.

Luego de investigar cómo los productores convencieron a Paramount de hacer una superproducción sobre la mafia, corroboré mis sospechas: la película basaba su comercialidad en la cruda exposición de la violencia. No en la dirección y el reparto, como la mayoría románticamente creemos. En palabras textuales de los productores Evans y Ruddy al dueño de Paramount, Charles Bluhdorn, estos dijeron: “Queremos hacer una película horroríficamente cruda sobre la mafia”. Ni mencionaron a los actores. No era necesario, pues el real ‘gancho’ de la película eran las ejecuciones. Fue planeada, entonces, como la ‘Tarantino’ de la época.

Y es verdad. Los efectos especiales de los innumerables asesinatos mostrados cada 10 minutos a lo largo de El Padrino, son hasta hoy chocantes. Tanto, que la película no tendría sentido sin estas escenas. El talento de Coppola en la composición fotográfica y casi nulo movimiento de cámara hizo de estas tomas prácticamente ‘pinturas’. Esta combinación de arte y crudeza terminó haciéndola única.

El cine de inicios de los 70 se caracterizó por su ruptura de los moldes clásicos. Atrapado sin salida, El exorcista, La naranja mecánica, El último tango en París, Harry el sucio y Expreso de medianoche, entre otras, demostraban mucha crudeza. Quizás muy influenciados por Bonnie & Clyde, de 1967, y su impactante escena final del acribillamiento de Warren Beatty y Faye Dunaway. Balacera que, de hecho, influyó en Coppola. Basta ver el asesinato de Sonny, interpretado por James Caan.

El Padrino perteneció a lo que muchos especialistas consideran el mejor periodo de la cinematografía mundial: los años 70. Este contexto suma más a favor del filme.

La historia empezó cuando el escritor original de la novela, Mario Puzo, que era un ludópata, estaba a punto de perderlo todo. En plena desesperación, se acercó Robert Evans, jefe de producción de Paramount, para ofrecerle los derechos de su obra y recibir dinero a cambio. El autor recibió doce mil quinientos dólares y empezó el proyecto literario que sería un bestseller para después ser una de las mejores películas de todos los tiempos.

Muchos recordamos el brillante papel de Michael Corleone, interpretado por Al Pacino. Pero a los productores no les gustaba porque no era una superestrella ni tenía la pinta. Encima era chato. Se pensó en Robert De Niro como el personaje de Sonny, pero Robert Evans dijo que si James Caan no hacía el papel mencionado, Al Pacino quedaría fuera del filme. Coppola impuso a rajatabla al desconocido Pacino y escondidamente a Brando, vetado en Paramount.

Incluso Frank Sinatra inspiró la terrorífica escena de la cabeza del caballo puesta en la cama de un productor. Johnny Fontaine, de quien se dice que representa a Frank, era un cantante que consiguió entrar a Hollywood gracias a la mafia. Sinatra se enteró y amenazó infructuosamente al estudio.

Coppola, además, incluyó a su familia en el rodaje. Su padre, por ejemplo, aparece tocando el piano en una escena. También están sus hijos, su hermana –Talia Shire, como Conny Corleone– y hasta su madre.

Hubo muchos detalles imprevistos. Pero el más notable es la escena inicial con Marlon Brando y un gato. El actor se encuentra sentado conversando con otro personaje mientras acaricia al simpático felino, que esta cómodamente jugueteando en su regazo. Lo interesante es que el gato no estaba prescrito. El mismo día de grabación, Brando lo encontró merodeando por el estudio y decidió incluirlo en la escena. Algunos cinéfilos aclaman darle crédito a la ‘actuación’ del animalito. Yo amo esa escena. En fin, por todo y más, este mes se reunió el elenco sobreviviente por el aniversario 45, lo cual cau- só alboroto en el Tribeca Festival y en todos los medios, pues El Padrino fue y será insuperable.

Esta columna fue publicada el 27 de mayo del 2017 en la revista Somos.