"Hablar de cosas que no están en el plan presentado ante el JNE revela improvisación e irrespeto a la normativa electoral". (Foto: Juan Sequeiros)
"Hablar de cosas que no están en el plan presentado ante el JNE revela improvisación e irrespeto a la normativa electoral". (Foto: Juan Sequeiros)
/ Juan Sequeiros
Federico Salazar

En el Perú, un problema atraviesa todos los demás: la corrupción.

No habrá reactivación, política sanitaria o de empleo, de ayuda social o de servicios públicos exitosa si continúa el masivo avance de la corrupción.

Hay candidatos presidenciales que no se dan cuenta. Muchos planes de gobierno no muestran el mínimo conocimiento del fenómeno, su importancia, y alguna noción sobre cómo enfrentarlo.

El premio se lo lleva (AP), cuyo candidato, , figura primero en las encuestas. La falta de seriedad es clamorosa.

El plan presentado ante el JNE está incompleto, ha dicho el candidato. Son lineamientos generales. “Si no, no nos hubieran aceptado la inscripción”, sostuvo.

“Todo con tal de postular” lleva al desastre.

La improvisación en la lucha contra la es la peor receta. En el plan de AP, esta figura entre sus objetivos nacionales. Sin embargo, no le dedica ningún acápite especial. Ninguno.

Se puede leer una oración dentro del apartado “Seguridad nacional, lucha contra la corrupción y narcotráfico” (“Políticas generales multisectoriales”, 6).

Propone: “Formalizar la evaluación obligatoria de todos los mandos medios de la administración pública, sobre todo de quienes tienen responsabilidad de aprobar procesos de licitaciones, logísticos y de compras, a fin de vigilar y detectar actos de corrupción.”

La gran propuesta es “formalizar” las evaluaciones que se hace a estos funcionarios. Con eso, ¡se acabó la corrupción!

Hay otra referencia, en “Contratación pública”. El plan propone ahí una “reforma institucional de todas las entidades que tienen que ver con las compras públicas, y una nueva Ley de Contrataciones Públicas...” (“Objetivos específicos”, 23).

¿Qué entidades? ¿No tiene ni siquiera un listado? ¿En qué consisten los cambios? ¿Qué novedades trae ese proyecto de Ley?

Un plan de gobierno es una lista de acciones, no un apunte de temas para charlar. “Voy a cambiar la ley de Contrataciones” es un deseo parecido a “el próximo mes voy a bajar de peso”.

Por otro lado, un plan de gobierno se debe referir a las acciones del Ejecutivo, no a los cambios legislativos a cargo del . Más aún, si ningún grupo político tendrá mayoría absoluta.

El candidato Lescano, fuera del plan, ha propuesto la “muerte civil a los corruptos y al empresario que toque dinero del estado”. Lo hizo en el Foro Anticorrupción de la Contraloría, así como en el de Proética e Idea Internacional.

Hablar de cosas que no están en el plan presentado ante el JNE revela improvisación e irrespeto a la normativa electoral.

“Muerte civil” es un grito de guerra grandilocuente. No es algo, sin embargo, que desarme los mecanismos de la corrupción. Es como pretender que se acabará si se aumentan las penas.

Necesitamos que los partidos y gobernantes sepan cómo funciona el gigantesco fenómeno de corrupción. Necesitamos saber qué cambios proponen en la administración pública para evitar que se produzcan los actos de corrupción.

No sirve de mucho “matar” a los corruptos después de cometido el ilícito. No sirve de mucho, si dejamos las puertas abiertas, de par en par, para que entren nuevas hordas de corruptos.

Los gritos propiciatorios sobre la “muerte” de los corruptos alientan el baile del chamán, pero no matan a la corrupción. Ayudan a la actuación, no a la solución.