"Dada nuestra debilidad partidaria hay más espacio para los cambios abruptos".
"Dada nuestra debilidad partidaria hay más espacio para los cambios abruptos".
Eduardo  Dargent

La encuesta de Datum de esta semana sigue mostrando muy poco entusiasmo por las candidaturas presidenciales, con un poco más adelante (13%), un pelotón en empate estadístico alrededor del 5% y muchos indecisos. Veremos qué nos trae Ipsos mañana, pero parece claro que no se ha dado el despegue de candidaturas que solíamos ver en noviembre y diciembre y que despertaba los primeros miedos y pasiones electorales.

Que el desinterés actual no nos engañe, esta no será una apática. En parte por esta demora en definir preferencias, temo que cuando esto se prenda será una campaña hobbesiana: desagradable, brutal y corta. Y con consecuencias serias, si no hay un poco de autocontrol, para la gobernabilidad.

¿Por qué? Primero, tomemos conciencia de que estamos en una campaña que ya es muy distinta a las anteriores. En enero del 2006 tenía 28%, 25% y bastante atrás venía con 13% (Ipsos 13/1). En el 2011 punteaba con 27%, luego con 22%, Castañeda con 19% y Humala con 10% (Ipsos 16/1). En el 2016 Fujimori arrasaba con 33% y lejos la seguían Acuña y Kuczynski empatados con 13% (17/1). Es decir, había preferencias mucho más claras a pesar de nuestra apatía y desinterés en la política. Estos números ayudaban, además, a limitar candidaturas minúsculas que ya eran vistas como inviables.

Recordemos también que esos números luego se movieron bastante. Dada nuestra debilidad partidaria hay más espacio para los cambios abruptos. Por un lado, porque sin identificaciones partidarias las preferencias demoran más en definirse. Los indecisos recién toman partido mientras avanza la campaña y los que declaran un favorito descubren luego que otro candidato representa mejor sus preferencias. Se suma además un aspecto adicional que hace más complicada esta definición: votantes estratégicos, que no solo deciden pensando quién le gusta más, sino también cómo detener a quien no quieren que gane. Buscan un mal menor viable que derrote a su mal mayor.

Todas las campañas anteriores han tenido bastante drama por estas definiciones lentas de preferencias y cálculos estratégicos. García vino de atrás para derrotar a Flores por poquísimo en las primeras vueltas del 2001 y el 2006. El 2011, el favorito Toledo, quien ocupaba cómodo el centro, se desangró a mediados de marzo cuando sus votantes vieron en Humala y PPK mejores candidatos. El 2016 Mendoza crece en las últimas semanas y, de no ser por Gregorio Santos, entraba en segunda vuelta.

Vemos también que el momento en que los candidatos ganan atención puede determinar su suerte y afectar la de sus rivales. Si el 2011 Humala hubiese crecido un poco antes de marzo, por ejemplo, Toledo seguro habría tenido más posibilidades de posicionarse como mal menor y limitar el crecimiento de PPK.

Pues bien, esta vez el desinterés y la gran cantidad de candidatos viables va a hacer que la competencia sea dura y en un tiempo más corto. Veremos ataques brutales y sucios entre opuestos ideológicos para explotar los miedos y atraer atención, como hemos visto antes, pero entre más candidatos. Y se suma a ello que habrá más acuchillamientos entre similares que buscan apropiarse de espacios ideológicos saturados.

Esta dinámica de destrucción de opuestos e iguales, aunque sea evidente decirlo, no es buena para la gobernabilidad. Las heridas y rencores de campaña y los miedos que levanten se trasladarán a la segunda vuelta y al próximo . Un Congreso que seguro será tan fragmentado como el actual.

Suena a candelejada, pero harían bien los candidatos que además de ganar quieren gobernar bien en mantener ciertas formas para evitar que una campaña negativa los arrastre a un gobierno polarizado. Mantener un balance entre mostrar por qué son diferentes y mejores al resto con hacer saber a sus rivales y a los electores que podrán dialogar de tener que gobernar. Ello, además, los posicionaría mejor para una segunda vuelta donde enfrentarán un fuerte rechazo y necesitarán votos moderados.

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