Cuando hablamos de voto regional en el Perú postransición tendemos a pensar en el sur. Desde la elección del 2006 esta región ha votado por candidaturas de izquierda, un rasgo que también se vio en el pasado. Sin embargo, hay también otro voto “regional” que se repite estos años. Aunque solo se concentra en una región y es menos hegemónico que el voto del sur, la derecha promercado, defensora del modelo económico, también tiene un bastión. Candidatos que representan a esta derecha obtienen desde el 2001 buena parte de sus votos en el departamento de Lima.
La alianza Unidad Nacional ganó 24,3% del total de votos en el 2001 y 23,8% el 2006. Su voto en Lima fue de 29,3% y 34,2% respectivamente. Ello representó casi la mitad de sus electores a nivel nacional el 2001 y cerca del 60% en el 2006. En el distrito de San Isidro ganó con 54,1% y 71,2% respectivamente.
En la elección del 2011 surgió de nuevo este voto pero detrás de otra candidatura. Durante el verano Pedro Pablo Kuczynski y su Alianza por el Gran Cambio crecieron sorpresivamente desde muy abajo para ocupar el tercer lugar con 18,5%. En Lima alcanzó 26,8% del total de votos del departamento, que representó el 57% de todos sus electores. En San Isidro, 61,5%. En el 2016, la salida de Julio Guzmán favoreció que Kuczynski creciera hasta quedar segundo. Su voto en Lima fue de 30%, lo cual significó el 63% de sus votos. Y en San Isidro llegó a 65,4%.
Hay algunos matices entre estos grupos. Pero no exageremos, la similitud territorial del voto obtenido muestra que para muchos electores son muy parecidos. En todas estas elecciones, además, observamos que no hubo candidatos similarmente atractivos para las clases medias y altas limeñas que les disputaran a Flores y PPK este espacio.
Estos resultados pueden leerse de dos maneras. Por un lado, muestran los límites de estos candidatos y sus banderas para salir de Lima y ser atractivos para clases sociales bajas. Nos recordaron las limitaciones del PPC un par de décadas antes. Pero, por otro, este voto nos indica que esa derecha tiene un espacio sobre el cual construir sus adhesiones, podría crecer incorporando nuevos temas desde un bastión donde le va bastante bien.
¿A que va todo esto? A que se nos viene una elección donde ese espacio de derecha comprometido con la defensa del modelo puede quedar vacío. Queda la duda de si George Forsyth decidirá pararse en ese lado o si, más bien, buscará recoger ese voto sin comprometerse mucho. Me inclino por lo segundo, centro derecha pero sin decirlo. Tampoco sabemos qué congresistas llevará en su lista. En realidad, Forsyth es un signo de interrogación para quienes quieren ver una derecha de estas características, empresarios y votantes.
Por ahora solo hay una serie de candidatos pequeños que, con matices, reivindican ese espacio. Parece difícil que puedan crecer. En parte, porque compiten entre sí. Los voceados De Soto y Cillóniz, buscan resaltar características que los distinguen de la derecha limeña, pero probablemente peleen por los mismos votantes. Además, porque Forsyth ya tiene un pie en una difusa centro-derecha, limitando el espacio para que los pequeños crezcan.
No es una diferencia menor que no haya un candidato de esta derecha entre los favoritos para llegar a la presidencia. Siempre los empresarios podrán llegar a él o ella tras la elección. Pero les costará en términos de representación, la cual ya está bastante debilitada. Las bancadas que formó Unidad Nacional fueron voces de defensa del modelo económico. Parte de esa representación se pierde con PPK por la heterogeneidad y precariedad de sus bancadas. Así, la derecha se ha ido apartando del Congreso y hoy está casi ausente. ¿Será esta la nueva normalidad política?