La foto de juramentación como presidente del Congreso de Waldemar Cerrón, Héctor Acuña, el propio ‘Puka’ Bellido, o de cualquier otro congresista no opositor al Gobierno (si esto ocurriese), debería tener una leyenda que diga: “con todo cariño, a nuestros amigos de Avanza País y Renovación Popular. Nadie sabe para quién trabaja”.
Más allá de que lo anterior se concrete o no, la sola decisión de admitir a trámite la censura contra Lady Camones (hoy extitular del Legislativo) es de una torpeza sin precedentes de parte de los grupos de derecha (supuestamente democrática).
El pretexto de los audios de APP donde intervienen su líder y la propia Camones es tremendamente débil por donde se lo mire. El señor César Acuña, para este columnista, no es ni de cerca el tipo de líder al que el Perú debe aspirar. Comparto múltiples cuestionamientos hacia él. Pero esa conversación (privada) no es prueba de ningún delito y es el típico diálogo partidario de acumulación de poder que se puede escuchar aquí, en EE.UU., Europa o Japón.
Todo indica que en la censura exprés a Camones volvieron a unirse los extremos. De un lado, el Gobierno cercado por denuncias, prisiones y fugas del entorno presidencial ante el cada vez más evidente liderazgo corrupto de Pedro Castillo, que instrumentaliza a un “topo” dentro de APP (que no es el único en ese partido, dicho sea de paso). Y, del otro, un grupo de congresistas, especialmente de Avanza País y Renovación Popular, que vieron en este “escándalo” una oportunidad para la ‘vendetta’ cuando en julio no pudieron hacerse de la presidencia de la Mesa Directiva del Legislativo.
La cruda sinceridad de Lady Camones (que, por segunda vez, se hizo notoria a través de audios filtrados), calificando como vagos y poco comprometidos con el país a varios congresistas, sin duda alguna, también operó como catalizador del resultado del lunes pasado.
Pero más allá de las anécdotas y de la torpeza de este sector de la derecha, lo ocurrido es una preocupante y contundente revelación de por qué estamos como estamos. Un congresista, en tono de burla, me confesó que en el autodenominado “bloque democrático” también hay ‘niños’.
Peor aún, es una muestra de cómo apetitos y ‘vendettas’ personales, la poca experiencia política y una cruda ignorancia sobre cuál es el más grave riesgo que hoy afronta el país (la permanencia de Castillo en el gobierno), han creado un cóctel perverso para terminar en esta suma cero: “ellos se quedan, también nosotros”.
Una calle fría y una oposición torpe y desunida por estos días terminan siendo el mejor aliado para un gobierno corrupto e inepto en gestión pública, pero que, por lo visto, está bien asesorado para aprovechar las enormes falencias de su oponente.
Si esto no cambia, tendremos Castillo para rato.