Hoy quiero rendir homenaje a dos personas muy queridas que nos dejaron la semana pasada: Alejandro y Omar.
Era el año 1988 y cursaba el segundo grado de primaria. Estaba jugando fútbol cuando sufrí un accidente. Caí apoyado sobre mi muñeca y me rompí el cúbito y el radio. Mientras lloraba, una persona corrió hacia mí, me cargó, me llevó a la movilidad del colegio y fuimos a la clínica donde, mientras trataba de calmarme con una voz tranquila y animada, me trasladó a emergencias. Esa persona fue Alejandro. Desde ese momento, y durante todos los años que permanecí en el colegio, Alejandro fue para mí un ícono de amabilidad, cariño y compromiso en el colegio San Andrés. Alejandro, tras varias semanas de lucha contra el COVID-19, nos dejó.
Era el año 2009, vivía en Madrid con mi esposa. Recibimos la visita de una pareja de médicos que había llegado a España a rendir el examen de especialización. Omar y Jacklyn, una de esas parejas de las cuales te quedas enganchado para toda la vida. Omar, una de esas personas que te muestra alegría, confianza, humildad y fe. En las últimas semanas, ambos estuvieron trabajando juntos en un hospital con el objetivo de atender a todas las personas que llegaban producto de esta pandemia. Días sin descanso que luego se convirtieron en días de expectativa al enterarse de que Omar tenía COVID-19 y su salud se empezaba a resquebrajar. Omar, tras varios días de lucha, nos dejó.
La tranquilidad y la paz que transmitía Alejandro y la alegría y fe que irradiaba Omar se fueron, dejando huellas imborrables en los corazones y mentes de los alumnos del colegio y de los compañeros y amigos de Omar. Nos quebranta el espíritu el hecho de que nos hayan dejado.
Estas repentinas partidas me llevaron a dos reflexiones. Por un lado, sobre la valentía de los profesionales de la salud, a los cuales solo nos queda felicitar por estar en la primera línea en la lucha contra el COVID-19 y, en particular, a aquellos que han dado su vida por velar y proteger a sus compatriotas. Son una muestra de un compromiso y entrega que debemos replicar en cada uno de los ámbitos en los que nos movemos a diario. El pensar en los demás a costa de nuestras vidas.
Por otro lado, sobre el sistema de salud, que pide a gritos un shock de eficiencia. Profesionales como Omar se rompen el lomo para atender a personas como Alejandro, con las limitaciones logísticas y administrativas de un sistema de salud que reclama mejorar. Falta institucionalidad, continuidad y pensar en el paciente y en el profesional de la salud. La pandemia ha reflejado las falencias estructurales del sistema, ya conocidas, pero ignoradas. ¿Qué incentivos puede haber para implementar reformas estructurales si un ministro dura menos de un año? ¿Cómo fortalecer el sistema si es que el virus de la corrupción y la ineficiencia infectan a un cuerpo que debe llegar a casi 30 millones de personas (entre Minsa y Essalud)? Estamos a puertas del bicentenario y necesitamos un cambio sustancial. El fortalecimiento del primer nivel de atención y de la productividad de los recursos humanos, la compra eficiente y el abastecimiento de medicamentos, el trabajo conjunto entre Minsa, Essalud y el sector privado, el financiamiento de las enfermedades de alto costo, entre otros temas, son materias en las que los esfuerzos deben enfocarse en el corto plazo.
Es momento de ofrecer a personas como Alejandro la salud pública que se merecen. Es momento de trabajar con profesionales de la salud íntegros, honestos y trabajadores como Omar. Alejandro y Omar, siempre los recordaremos. Desde aquí mi pequeño homenaje y mi más sincero reconocimiento. Ahora descansan en paz, en presencia de nuestro Dios.