(Ilustración: Giovanni Tazza).
(Ilustración: Giovanni Tazza).
Enzo Defilippi

Menuda discusión ha generado la propuesta del Ejecutivo de que las listas de candidatos a congresistas estén conformadas por hombres y mujeres en la misma proporción. Unos argumentan que es una reivindicación justa en una sociedad en la que las mujeres han estado relegadas. Otros, que con ello se estaría discriminando a hombres mejor capacitados. También hay quienes dicen que se trata de una medida innecesaria porque las mujeres son tan capaces como cualquiera.

Yo creo que un tema tan complejo debe analizarse con cierta profundidad. Empezando, por ejemplo, por preguntarnos si esta propuesta mejorará las oportunidades de personas que, estando en capacidad de aportar, hoy no lo pueden hacer. Yo me inclino a pensar que sí. Hoy la mujer está subrepresentada en muchos aspectos claves de la vida nacional, como la política, la academia y los negocios. Obligar a que el 50% de los candidatos al Congreso sean mujeres no soluciona el problema (ni asegura que el 50% de los electos sean mujeres) pero sí facilita que la brecha de representación se reduzca. Y con ello, que temas que nos afectan a todos pero que son especialmente sensibles para ellas (acceso al agua potable o violencia familiar, por ejemplo) tengan una prioridad más alta en la lista de temas a legislar.

Asimismo, dudo que esta medida vaya a afectar la calidad del Congreso. Este es tan bueno (o malo) como los congresistas que escogemos y no veo razones para pensar que la falta de preparación (o de honestidad) afecte más a un género que al otro. Lamentablemente, para cada ‘comeoro’ existe una ‘robacable’. Por otro lado, existe evidencia de que medidas como estas han mejorado la calidad de los congresistas en otros países, aunque dudo que vaya a ser el caso con un sistema político como el peruano. Y si solo se trata de una medida aislada, estoy seguro que no.

¿Se generarán situaciones en las que candidatos bien preparados sean reemplazados por candidatas sin la preparación adecuada? Lo dudo. De una lista de 130, para que un buen candidato sea excluido tendría que ser el número 66 entre los hombres, y nuestra triste realidad es que ningún partido llega a tener 65 candidatos (hombres o mujeres) mínimamente preparados. Ese es un problema que ya quisiéramos tener.

Por otro lado, la existencia de mujeres exitosas solo demuestra que las adversidades que han enfrentado no son insuperables, pero no dice nada sobre si estas son equivalentes a las que enfrentan los hombres (de hecho, hay abundante evidencia de que no). Tampoco dice nada sobre la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres sin habilidades excepcionales. El solo hecho de que las mujeres sean el 28% de los congresistas cuando representan el 50% del electorado es evidencia de que existe un problema que requiere ser enfrentado por la sociedad.

Varios analistas han señalado en estas mismas páginas que la falta de instituciones ha impedido que la mejora económica de los últimos años se traduzca en un Perú más desarrollado. En mi opinión, esas instituciones se van formando con medidas como esta, que mejoran las oportunidades de unos sin disminuir las de los otros. Y es así como se construye una mejor sociedad para todos.