Este sábado los bomberos, tras más de 50 horas de trabajo, lograron acceder al tercer piso de la galería Nicolini, por lo que se espera que pronto ingresen a los contenedores. (Foto: Andina)
Este sábado los bomberos, tras más de 50 horas de trabajo, lograron acceder al tercer piso de la galería Nicolini, por lo que se espera que pronto ingresen a los contenedores. (Foto: Andina)
Federico Salazar

Cuatro personas desaparecidas, probablemente consumidas por el fuego, es el peor resultado del en la , del Centro de Lima. Además, hay que sumar casi 90 heridos, la destrucción del centro comercial y los millones de dólares de capital perdidos.

Un muchacho de 20 años arrojó un fósforo al piso, luego de encender su cigarrillo. Eso no tendría nada de particular. Sin embargo, ahí se había derramado tíner, lo que prendió el fuego. Cuando llegaron con el extintor, ya era demasiado tarde.

Los dos primeros pisos del centro comercial tenían puestos de venta formalizados. Eran del rubro ferretero. Habían pasado las inspecciones y contaban con los extintores, según reglamento.

La seguridad, sin embargo, no se basa en ningún reglamento. En un centro comercial en el que vendían y usaban este tipo de productos no se podía aceptar que alguien fumara o usara fósforos. Es como hacerlo en un grifo: una irresponsabilidad.

¿Los reglamentos enseñan a las personas a ser responsables? No. Algo así ocurre porque no rige ninguna sanción moral.

Los reglamentos deben seguir esas normas de conducta que la gente respeta de manera espontánea. El reglamento, sin esa base, se cae como castillo de naipes.

Las autoridades, ¿pueden hacer algo al respecto? Sí, y mucho. Pero se requiere poner en la agenda política aspectos de la educación que no se limitan al aula o al currículo escolar.

Los gobiernos no la ven. Ven, en cambio, la necesidad de hacer inversiones en refinerías o en Juegos Panamericanos. En esos temas hay construcción, obras, contratos y adendas.

El inicio del fuego no causó la desaparición de las cuatro personas. Eso se debió a algo más grave. Se debió a una construcción de varios pisos hecha de módulos tipo ‘containers’.

Una idea de barbarie: construir muy barato con pedazos de contenedores, apilándolos, como si fuera un almacén portuario. En el puerto se apilan ‘containers’ con mercadería; acá, lo hacían con seres humanos.

Ahí trabajaban y, en el extremo del salvajismo, lo hacían bajo candado. Cambiaban la marca de fluorescentes para venderlos en las galerías. Era una industria para el fraude y la estafa.

Esta parte de las galerías había sido clausurada. Los responsables del negocio delincuencial desacataron a la autoridad y volvieron a funcionar. Sin luz, sin baños, sin puertas.

Tenemos que preguntarnos, ¿cómo así pudieron construir estos módulos, hasta un quinto piso, sin ser detectados. La fiscalización cumplió con clausurar; pero, esta construcción, ¿contaba acaso con licencia de construcción?

Los propietarios de los aires en los que se erigió esta estructura metálica debieron ser denunciados penalmente. Y los jueces debieron resolver sumariamente.

Como han explicado las autoridades municipales, hay jueces que, más bien, resuelven medidas cautelares para operaciones de este tipo. Los jueces dicen que ellos deben aplicar la ley, con lo que vacían la ley de su contenido de justicia y la dejan como frágil cascarón a merced de los más avezados.

No tenemos un sistema de sanciones severas para la autoridad cuya negligencia daña a la persona o a su propiedad. A nivel de la autoridad no hay una relación entre el acto y sus consecuencias. No podemos esperar de ellas, por tanto, responsabilidad.

Un sistema de sanciones no es solo un nivel de penalidad. Es un conjunto de mecanismos de ejecución y refuerzo de la norma. Es un diseño de instituciones para favorecer la rápida, fácil y transparente efectividad sancionadora.

¿Hay alguien que haya planteado las reformas necesarias? ¿Se ha revisado, acaso, la lista de medidas cautelares que favorecieron a delincuentes? ¿Se ha estudiado qué fue lo que falló en esos casos y cómo resolverlo?

La mayoría parlamentaria está muy ocupada en el pleito político. Tiene tiempo, quizá, para discutir sobre los niveles de grasa de las etiquetas para los alimentos de elaboración y comercialización formales. No tiene tiempo para mirar a la gente de carne y hueso, a la gente que se quema en los ‘containers’.

Mientras las autoridades no cambien de prioridades, el país seguirá incendiándose.