Este año el invierno en el Perú será más intenso de lo normal. De hecho, ya entramos en el período de helada que afecta a la sierra altoandina del país con temperaturas que pueden llegar a -20 grados centígrados. Esto significa que en nuestro país, y durante los próximos meses, morirán cientos de niños y adultos mayores.
El Gobierno Peruano desarrolla un Plan Multisectorial ante heladas y friaje, de acuerdo con el cual se priorizan los distritos de riesgo y las acciones de articulación y coordinaciones con los distintos sectores: vivienda, salud, agricultura, mujer, educación y el Midis para lograr la inclusión de intervenciones de reducción del riesgo y preparación para el frío. En el papel suena bien, pero no funciona. Y no funciona porque todos los años la ayuda no llega a tiempo y miles de niños mueren en los brazos de sus madres. Este año, por ejemplo, el Plan recién se aprobó el 6 de mayo con un presupuesto de S/524 millones.
Existen ciertas características que aumentan la vulnerabilidad de las personas frente a las heladas y el friaje, como la pobreza, la afectación a la salud, la desnutrición y la anemia, así como la calidad de las viviendas, el acceso a información y a un centro de salud con capacidad para atenderlos. Estas poblaciones vulnerables deben ser protegidas por el Estado.
El Perú no es nuevo a las heladas y el friaje. De hecho, tenemos mapas que identifican las zonas de frecuencia de heladas desde 1984 y de temperaturas mínimas desde 1981. Las zonas de mayor riesgo están en Cusco, Arequipa y Puno en la sierra (helada) y Madre de Dios en la selva (friaje). Y, sin embargo, cada año cientos de niños y adultos mayores mueren, pero no por el frío. Sino por complicaciones pulmonares causadas por infecciones respiratorias comunes desencadenadas por el frío, como la neumonía. ¿Sabía que la neumonía no es causada por el frío, sino por la pobreza y la desnutrición? En Puno, siete de cada diez niños menores de tres años sufren de anemia. En Ucayali y Madre de Dios son seis de cada diez. Y el 54% de los niños en Cusco. La mayoría de los casos de anemia en el Perú son atribuibles a la falta de hierro. En Ayacucho, por ejemplo, el 90% de los niños no alcanza a consumir los niveles recomendados de hierro. Y si hablamos de desnutrición, el 27% de los niños menores de cinco años en Huancavelica y el 24% en Loreto sufre de desnutrición crónica infantil, y el 25% de adultos mayores en el Perú tiene déficit calórico.
Hasta el 19 de junio, habían muerto 57 niños menores de cinco y 484 adultos mayores de 60 por neumonía. De hecho, los episodios de neumonía en niños menores de cinco años se han triplicado este año en comparación con el mismo período del 2021. Para evitar la neumonía, el Minsa inició una campaña de vacunación contra el neumococo y la influenza para niños y adultos mayores. Al 16 de junio el avance de la vacunación contra el neumococo es del 26% y del 19% contra la influenza. Y recién, hace unos días, el Gobierno ha declarado en emergencia 191 distritos de la sierra sur, ante el peligro inminente por las bajas temperaturas. Como si no hubiesen sabido antes lo que venía. Esta es una muestra de la incapacidad del Estado para resolver los problemas urgentes de los peruanos más necesitados.
La única forma de acabar con las muertes durante las heladas es desarrollando una política de Estado de desarrollo social y económico para las zonas vulnerables, con infraestructura, servicios de nutrición y salud, y viviendas que aguanten en el frío. Necesitamos sacarlos de la pobreza. Ya a estas alturas deberíamos habernos dado cuenta de que la colecta anual de frazadas no es suficiente. Debemos exigirle al Estado rendir cuentas y desde el sector privado tenemos que involucrarnos. Comencemos preguntándonos: ¿Cuál es nuestro rol como líderes en un país con un Estado que no funciona? ¿Podemos quedarnos tranquilos frente a esta inoperancia?