En medio del debate sobre cómo reforzar a los con miras al año superelectoral 2026, varios han salido a reclamar por la propuesta del para eliminar a los movimientos regionales. ¿Cómo se puede pensar en mejorar la calidad partidaria si se mantiene una estructura alternativa que solo favorece a los caudillos regionales y locales?

La figura de los en el es casi única en En países vecinos, solo podemos encontrar figuras de candidaturas de independientes o las alianzas electorales que suelen producirse entre los mismos partidos y movimientos sociales. En otros países, los movimientos sociales que quisieron participar en la vidatuvieron que convertirse en partidos formales para competir.

En el Perú, se constituyó esta figura de competencia de parcelas, donde los partidos compiten en cada región con un movimiento regional diferente, y también con reglas distintas.

La competencia entre partidos y movimientos no ha sido tan desigual como se presenta en el debate. Es indudable que los partidos han perdido terreno, pero la diferencia es variable: desde el 2002 hasta el 2022, los partidos ganaron en promedio el 43% de las circunscripciones locales, y los movimientos regionales el 44%. Si comparamos los últimos tres períodos, los movimientos regionales han reducido su ventaja frente a los partidos a la mitad (de 30 puntos porcentuales de diferencia en el 2014 a 14 en el 2022).

En el ámbito provincial, los movimientos regionales llevan una mayor ventaja con un promedio de 50% de las circunscripciones ganadas frente al promedio de 38% de los partidos políticos. Pero, si ponemos la lupa en los tres últimos períodos, ocurre lo mismo que en el terreno distrital: los movimientos regionales redujeron su ventaja a la mitad (pasaron de una ventaja de 48 en el 2014 a una de 21 puntos porcentuales en el 2022).

Los movimientos regionales han exacerbado los problemas de los partidos en sus circunscripciones: su período de vida es limitado y están al servicio de un caudillo local que no quiere someterse a la interna de un partido. De los 14 movimientos regionales que lograron colocar a un gobernador en el 2022, solo uno tiene más de 15 años de vigencia, cuatro superan los diez años y los nueve restantes fueron creados desde el 2017 en adelante.

La eliminación de los movimientos regionales debería estar acompañada por reglas más claras sobre la democracia interna que obliguen a los caudillos a competir dentro de los partidos, donde las dinámicas cambian con la figura de las elecciones primarias.

Lo único en lo que se equivoca el Congreso es en la forma. Es un error meter este cambio dentro de la propuesta de reelección. Existía una propuesta clara de eliminación de los movimientos regionales, pero la la rechazó y solo dictaminó una fórmula en la que únicamente elevaban la valla de participación en las regiones. Para los comicios que se vienen necesitamos reglas claras y no de contrabando, porque eso solo ensucia el proceso electoral.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Martin Hidalgo Bustamante es Jefe Editorial