No hay acto más infame en esta coyuntura que presentarse como candidato a la Presidencia de la República con un plan de gobierno que no le dedica una sola palabra al combate contra la pandemia. En un país en el que cada cinco minutos alguien pierde la vida por culpa de un virus que se encuentra en el máximo pico de agresividad, Pedro Castillo, de Perú Libre, aspira llegar a Palacio sin presentar al menos una idea sobre cómo frenar esta desgracia.
En un plan de gobierno que ni siquiera es de su autoría, sino del exgobernador de Junín Vladimir Cerrón, condenado por corrupción, no hay mención alguna al COVID-19 ni a sus estragos en un sistema de salud colapsado y en una economía que perdió 2,23 millones de empleos en el 2020, según el INEI.
La excusa de que el texto se terminó antes de la pandemia es simplemente inaceptable. En materia de salud, el documento de 77 páginas no hace referencia al coronavirus, pero sí ofrece, sin explicar cómo, un médico por cada 2.500 habitantes, un psicólogo y un odontólogo en cada colegio del país, hospitales especializados en cada región, un tarifario único para clínicas privadas, integrar los diferentes niveles de salud en un único sistema gratuito, siguiendo el modelo boliviano y cubano, e incrementar el presupuesto del sector al 10% del PBI. Esto es algo inviable que generaría un desequilibrio fiscal y ahondaría aún más la crisis económica que vivimos.
Apegado a un guion aprendido de paporreta, Castillo ha repetido a la prensa, y en actos proselitistas donde priman las aglomeraciones, que traerá la vacuna rusa, llevará un médico a cada familia, hará que las “transnacionales que han saqueado al país muestren solidaridad” y dejará de lado las cuarentenas. En esto último coincide con su rival Keiko Fujimori, quien también propone una apertura total que va a contramano de lo que se está haciendo en el resto del mundo.
¿Con qué dinero va a levantar los hospitales que ofrece en cada región? ¿Cuál es su propuesta para agilizar el proceso de vacunación? ¿Quiénes estarán a cargo? ¿Cómo pretende negociar la llegada de vacunas si su plan propone aislar al Perú de las potencias mundiales? ¿Cómo podría aprovechar las redes y los canales de distribución de los privados si abiertamente los desprecia? ¿Cuál es la estrategia para hacer frente a la falta de camas UCI y la escasez de oxígeno? El problema central de la salud pública es la gestión. ¿Cómo va a enfrentar eso?
Si el plan de Castillo ya es condenable por el repudio que muestra a las libertades, a la propiedad, a los contratos y a las garantías legales, también debe serlo por la absoluta ausencia de propuestas frente a la pandemia. Hay más de 153 mil muertos en el Perú por el coronavirus y miles de personas están luchando en estos momentos por sus vidas. No se les puede faltar el respeto.
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