Héctor Villalobos

Una oda al cinismo. Un canto coral a la mitomanía. Un himno al embuste. Hace unos días, el “incomunicado” golpista se despachó a sus anchas desde el penal de Barbadillo en una extensa entrevista que fue difundida ayer por el portal español “El salto”. Lo que viene a continuación es un resumen de los principales desvaríos salidos de dicha conversación.

“Jamás intenté subvertir la institucionalidad peruana. Yo quería acercarme al pueblo. Fue un día de hacer eco para los nadies”. Insultando la inteligencia de más de 30 millones de peruanos que lo vieron temblar y balbucear en vivo y en directo, Castillo tuvo el desparpajo de negar ante sus complacientes interlocutores que el pasado 7 de diciembre anunció la ruptura del orden constitucional.

Lejos de reconocer que eso fue un golpe de Estado, Castillo atacó a quienes llaman a las cosas por su nombre: “Es un discurso que ha creado la derecha. Desconocen la realidad de las cosas, son tan ignorantes que se crean sus propias historias”. En la siguiente pregunta se le tendió una alfombra roja para victimizarse: “¿Es usted víctima de un complot? ¿Quiénes han organizado ese complot?”. “Sí, soy víctima de un complot”. Obviamente, la responsabilidad de ese delirante complot la tiene, según Castillo, la maligna derecha peruana que sirve a los intereses neoliberales e imperialistas. No hubo ni una mención a los innumerables casos de corrupción durante su gobierno, las investigaciones abiertas por la fiscalía y el festín de nombramientos de amigotes y compinches en los cargos públicos.

La entrevista también confirmó que, en la febril mente de Castillo, él continúa siendo jefe del Estado. “Considero que sigo siendo presidente del . Como peruano, no reconozco a este gobierno genocida como representante del Perú”.

Ratificando la improvisación con la que se manejó su candidatura a la presidencia, Castillo admitió que a Boluarte solo la conocía de manera virtual y que fue Vladimir Cerrón quien la impuso como postulante a la primera vicepresidencia. “Ella no hizo campaña en la primera vuelta, la conozco presencialmente recién en la segunda vuelta”. Es decir, el candidato a ocupar el cargo más importante de un país no tenía la menor idea de quién era la persona que lo acompañaba en la plancha.

Otra parte del diálogo que llama la atención es el intento deliberado de Castillo por tratar de limpiar de cualquier responsabilidad penal a su ex primer ministro Aníbal Torres y a “todos los ministros que se encontraban ahí” durante el mensaje. “Fue mi decisión. De nadie más. Estaba nervioso, pero lo hice. Después del mensaje a la nación, Aníbal Torres estaba muy confundido, tenía un rostro desencajado, porque no comprendió por qué hice lo que hice”. Difícil imaginar a Torres con el rostro desencajado luego de ese discurso.

Un detalle que no debe pasar desapercibido es que la entrevista, según señala el mismo medio de comunicación, se realizó con notas hechas durante la visita que hizo a Castillo el abogado argentino y antiguo miembro de la Corte Interamericana de Derechos Humanos Eugenio Zaffaroni. Curiosamente, días antes de estar en la Dinoes, el magistrado se reunió con Torres.

La entrevista difundida ayer estuvo precedida por decenas de mensajes y cartas publicadas por el vacado expresidente en sus redes sociales. El INPE, mostrando una pasmosa lentitud en sus reflejos, anunció el inicio de un proceso disciplinario a Castillo. Demasiado tarde cuando sus mentiras ya han sido propaladas en el Perú y en el extranjero. Desde la prisión, el golpista ve cumplido su sueño de contar con una prensa alternativa globalizada.

Héctor Villalobos es editor de Política

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