Mario Saldaña

Los 333 días prófugo le están confiriendo a Vladimir Cerrón una suerte de aura omnisciente u omnipresente en el Ejecutivo, muy especialmente en Palacio y con seguridad en el Mininter.

El sentirse a buen recaudo solo se explica por su ubicación física real (en el Perú, a sabiendas de que no será detenido, o en algún país que lo ha recibido con beneplácito: ¿Venezuela? ¿Bolivia? ¿México?).

Pero de la burla que exhibe al opinar en sus redes sociales o apareciendo vía remota en reuniones de su partido a influir en decisiones del Gobierno hay un trecho bien largo. Esto último es lo que más preocupa por los efectos que le podrían acarrear al país. Lo otro es cuestión de tiempo; todo tiene su final (hasta la impunidad), nada dura para siempre, diría Lavoe.

Dos ejemplos. El primero: los recientes cambios ministeriales. Si bien la remoción de Javier González-Olaechea de la cancillería se puede explicar por el protagonismo de este a raíz de la condena al fraude de Nicolás Maduro en varios foros (mientras la presidenta Dina Boluarte ha hecho mutis, con el efecto de una mayor aprobación del exministro frente a la sequía de cariño de su jefa), las declaraciones iniciales de su reemplazante, que son casi un calco de las de su par venezolano luego de la indignación por la orden de captura del presidente electo Edmundo González Urrutia (“respetar la soberanía” venezolana), parecían salidas de la boca del líder de Perú Libre.

Asimismo, la designación como titular de Vivienda del secretario general de la cartera cuando la dirigía el hoy detenido Geiner Alvarado es una vuelta obligada al 2022 y a épocas castillistas. Con razón Hania Pérez de Cuéllar, cuando leyó su carta de renuncia en video el martes pasado, recordó que Boluarte la hizo jurar contra la corrupción al asumir el cargo, pese a que tuvo que tragarse el sapo del escándalo de los Rolex para defenderla.

El otro ejemplo es Petro-Perú. Uno quisiera pensar que la presidenta ha mantenido a los señores José Arista y Rómulo Mucho en sus carteras porque se convenció de que no hay otra opción que aplicar la propuesta de su directorio de reestructurar la empresa. Pero más de una fuente indica que los tiempos no le dieron para encontrar a sus reemplazos. De lo contrario, Óscar Vera y Pedro Chira (con el primero Boluarte se reunió) estarían de vuelta.

¡Sin duda, Vladimir está presente!




*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Mario Saldaña C. es Periodista

Contenido Sugerido

Contenido GEC