De acuerdo con la consultora inglesa Oxford Economics, el coronavirus podría costarle hasta US$1,1 billones a la economía global, reduciéndose así en 1,3% el crecimiento esperado (lo que nos llevaría a un incremento de la actividad económica para el 2020 de 2,3%). El mayor impacto, por supuesto, proviene de la drástica reducción de la actividad en China, la segunda economía del mundo y el principal comprador de cobre peruano. La desaceleración del gigante asiático ya ha producido un incremento en el dólar local (ha pasado de S/3,30 a S/3,45 desde que se hiciera público el virus el 31 de diciembre), así como un impacto tremendo en los mercados globales (Dow Jones -13%, Nasdaq -7%).
Por supuesto, no hay que esperar a que se hagan los balances de fin de año para prever lo que este episodio viral costará a la economía peruana. La expectativa gubernamental para el año (el MEF espera un crecimiento de 4%) seguro será ajustada en los próximos días. No obstante, valgan verdades, no será la gripe la que cambie las expectativas, sino más bien la realidad local, tal como ocurrió en el 2019.
En efecto, para el año pasado el Gobierno empezó con un pronóstico anual de 4,2%. No pasaron muchos meses para que, desde el sector privado, se advierta el optimismo y, sin embargo, tuvimos que esperar hasta fines de año para que la realidad tocara la puerta. Como sabemos ahora, en el 2019 la economía peruana creció en tan solo 2,16%. Es decir, dos puntos de diferencia contra el pronóstico inicial. Un error que, valgan verdades, es inaceptable.
El guarismo en cuestión sirve a todos los peruanos, sea como ahorristas, consumidores, empresarios o inversionistas, a fin de prever sus decisiones de corto y largo plazo. Si el Gobierno considera que la economía crecerá en 4%, los empresarios se aprovisionarán esperando un buen año de ventas, los consumidores asumirán créditos para realizar algunas mejoras en la calidad de vida (educación o vivienda, por ejemplo) o usarán sus ahorros para ponerse al día en algunos gustos personales (un viaje o un bien suntuario), y así. En resumen, las expectativas oficiales son útiles para todos los peruanos y, por lo tanto, es extremadamente importante que las mismas sean lo más sinceras y apegadas a la realidad.
Dicho esto, ¿es viable un 4% para el 2020? Creemos que no. Las cosas no han cambiado mucho con respecto al 2019, tanto a nivel local como internacional. El coronavirus puede empeorar las cosas, pero no será la principal razón por la que acabemos el año más cerca del 2% que del 3%. Para retornar a un 4% (del 2,16% actual), la economía tiene que expandirse con base en la inversión privada y las expectativas, como sabemos, están en terreno negativo. Proyectos de gran envergadura como Tía María o Las Bambas tendrían que estar o en desarrollo o en plena producción. El rebote de otros sectores primarios no sería suficiente y es probable que, más bien, se deterioren los términos de intercambio. Sobre la productividad total, ni qué decir.
El MEF deberá pensar en la foto general y no en las necesidades políticas en su próxima revisión. Más de 32 millones de peruanos, y tantos otros extranjeros, se lo agradecerán.