Las elecciones del domingo cambiaron significativamente el mapa político de la capital. El gran perdedor ha sido sin duda el Partido Popular Cristiano (PPC), que tuvo antes en Lima y sus distritos su gran bastión. Estas elecciones lo dejan debilitado y con presencia en apenas ocho distritos –de los 15 que tenía– y ganando por estrechos márgenes.
Ayer la periodista Mariella Balbi escribió “‘Suspense’ en San Isidro” y mencionaba que a Manuel Velarde, virtual nuevo alcalde, “se le criticó su participación en el directorio de Parque Arauco”. Balbi cree que si “hubiera consignado ello en su hoja de vida” y “hubiera firmado un compromiso de asepsia frente a este grupo, tendría la total confianza de los vecinos”. Pero el asunto es más complejo y no hay indicios objetivos de que Velarde pudiese firmar ese “compromiso de asepsia”, esperado por Balbi. Ella, vecina sanisidrina está atemorizada –como muchos– por la eventual construcción de “dos torres de oficinas de 18 pisos cada una y un centro comercial nada pequeño, además de conectar los escasos estacionamientos del centro comercial Camino Real con la nueva edificación [cuyo] impacto vial será de terror.com”.
Todo indica que lo que teme Mariella se concretará en la gestión (si se diera) del ahijado de Lourdes Flores, PPK, Acuña, Curotto y aparentemente del pastor Lay (en el tramo final y nocturno).
Otra de las cosas obviadas por Velarde en su hoja de vida es el cargo de confianza que le otorgó Susana Villarán. Él, siendo director de la filial peruana de la chilena Parque Arauco, se desempeñó, al mismo tiempo, como director de Emilima, empresa inmobiliaria de la Municipalidad de Lima. Esto podría ser muestra de que la transparencia no sería la consigna de quien, hasta ahora, parece haber accedido a la Alcaldía de San Isidro por pocos votos.
Y hay algo más. Mientras la luna de miel política de Susana Villarán y Lourdes Flores estaba en su pico más intenso, y el señor Velarde era director de Emilima –a la vez que de la filial local de la chilena Arauco–, Villarán expidió la Ordenanza Municipal 1529: “Aprueban reajuste del Reglamento para la Zona Reglamentación Especial Centro Camino Real del distrito de San Isidro”. Y con eso le dio competencia a San Isidro, entonces del PPC y Cantella, para dar “normas complementarias de acuerdo a cada caso”.
El PPC, pues, ya venía jugando a favor de la mole comercial que se alzará en pleno corazón de San Isidro, a pocas cuadras del Bosque de El Olivar. ¿Por qué no se concretó antes? Simplemente por el desgobierno distrital, las pugnas al interior del PPC, la enfermedad del alcalde doctor Raúl Cantella, su posterior fallecimiento y la usurpación de funciones por su hija Claudia. Súmese a eso la “rebelión” de los regidores de oposición frente a la autoridad de Magdalena de Monzarz, convertida en alcaldesa tras la muerte de Cantella.
Así las cosas el “Suspense en San Isidro” es más bien de terror.com. La mole será realidad a menos que Velarde firme el “compromiso de asepsia” que espera Balbi. Pero eso es decirle no al proyecto que impulsó por años. Difícil, ¿no?