"¿Cómo y cuánto ha cambiado ella en su prolongada carcelería? Sus frases iniciales no son conclusivas". (Ilustración: Giovanni Tazza)
"¿Cómo y cuánto ha cambiado ella en su prolongada carcelería? Sus frases iniciales no son conclusivas". (Ilustración: Giovanni Tazza)

Keiko Fujimori en libertad después de 13 meses es un acontecimiento de la mayor importancia. ¿Decisión justa o injusta? Confieso sentimientos encontrados. Son potentes los argumentos que señalan que 36 meses (como se le impuso originalmente) de prisión preventiva (en este y otros casos) terminan siendo un adelanto de sanción para “compensar” la lejanísima decisión judicial; que tres años convierte en irremediables los daños a la vida de estas personas y algunas podrían ser inocentes.

En el otro sentido también veo argumentos fuertes. El Tribunal Constitucional invade fueros judiciales y se está convirtiendo en una cuarta instancia. También me hace mucho ruido que a pesar de que hay miles de hábeas corpus haciendo cola por años se pusiera por delante el de Keiko Fujimori. Y, si nos guiamos por lo que han demorado, incluso con ella, la espera presagia ser infinita para los “by-paseados”.

¿Cómo y cuánto ha cambiado ella en su prolongada carcelería? Sus frases iniciales no son conclusivas. “Dejar de lado los odios” (¿ya no responsabilizará a Vizcarra de sus desgracias, como antes hizo con PPK por su fracaso electoral?). “Hay cosas que pude hacer mejor” (¿se arrepiente de sus vínculos político-judiciales con personajes tan oscuros como Ramírez, Hinostroza y Chávarry?). “Decidiré qué haré en la segunda parte de mi vida” (¿dedicada a la familia y a sus problemas penales por un tiempo importante?).

En los días previos, el holograma de Keiko había deambulado por CADE. El dinero que le dio Romero en el 2011 fue el tema central de las discusiones. El monto, la modalidad y la ausencia de contrición, hicieron que la onda sísmica que el hecho ha generado contra la empresa privada se sintiera fuerte en Paracas. No por nada las intervenciones de los organizadores de CADE y las “3’650.000 razones para que los responsables den un paso al costado”, en boca de la presidenta de Confiep.

En el mismo escenario, el presidente Vizcarra fue enérgico y exigente demandando transparencia en la clase empresarial, vinculando la lucha contra la corrupción con la sostenibilidad del crecimiento. Sin embargo, estando tan fresco lo que a él le ha pasado, debió evitar aquello de la paja en el ojo ajeno.

Claro, dijo “caiga quien caiga” (¿qué otra cosa se podría decir?), “que se investigue” (¡pero si el bribón había ya logrado infiltrar el equipo Lava Jato! ¡Tremenda confesión involuntaria!). Todo esto en referencia a “un ex alto funcionario de su gobierno” ¿Un viceministro?, ¿una secretaria general? No, el innombrado fue el número dos del poder político por un año.

Es un hecho de la mayor importancia. Y no porque él hubiera sabido que ponía a alguien de esa catadura a cargo de la PCM, como algunos malévolamente deslizan. Lo descarto. Eso sería de un cinismo e inmoralidad a los que muy pocas personas descienden. Pero, como el innombrado sí está en esa categoría, tampoco es suficiente decir que los hechos ocurrieron antes y después de que fuera primer ministro. Vizcarra debe estar preocupado con la posibilidad de haber puesto al gato de despensero. Ayudaría reconocer que se equivocó en juzgar a la persona a quien entregó tanto poder. Admitir errores engrandece.

El presidente dijo también en CADE que la disolución del Congreso ha sido una de las razones que nos han evitado sufrir las turbulencias que todos los otros países andinos vienen sufriendo. Comparto el diagnóstico, pero que el presidente lo diga es temerario.

Cinco días antes de que estallaran las inagotables protestas y violencias que remecen a su país, el presidente Piñera sostuvo que Chile era un oasis “dentro de una “América Latina convulsionada”. Ojo, si en el Perú hacemos un papelito con cada uno de los boletos de la rifa sobre las causas por las que esto ha ocurrido en la región, nos sacamos casi todos los premios. No estamos condenados, pero tampoco vacunados.

Coda: No es la primera vez que el fiscal José Domingo Pérez sobreactúa. Allanar el local de Confiep, durante CADE es un modo de hacerlo. ¡Ya lo había hecho en el 2018! Pérez ha demostrado ser corajudo, pero son ya muchas las veces en las que se deja ganar por pasiones y deseo de figuración. Hay mucho por hacer, hay muchos que quieren que no se haga, y, a la vez, la cosa va tan lenta, que debería tener más claras sus prioridades.