Perú perdió 2 a 0 con Brasil. Todos creen saber por qué se perdió. Sabiendo por dónde entraron los goles y quién no llegó al cruce o cometió un error, todos saben qué debió haber hecho Gareca con el equipo. Sabemos qué jugadores debió haber enviado al campo, qué estrategia táctica seguir o qué cambios debió realizar.
Si usted es una de esas personas, lo más probable es que esté equivocado. Está juzgando decisiones tomadas ex ante a los goles, con información ex post a los goles. Es un sesgo cognitivo conocido como el sesgo de retrospectiva que nos lleva a emitir juicios errados sobre cómo prevenir ciertos eventos.
Leonard Berlin define este sesgo como “la tendencia de la gente con conocimiento del desenlace de un evento a creer falsamente que podrían haber predicho el mismo desenlace”.
Karim y Rachlinski hicieron un experimento para probarlo. Crearon un expediente hipotético con el que un conjunto de personas tenían que evaluar si debía contratarse o no un supervisor de la operación de un puente para velar por su seguridad.
Las personas se separaron en dos grupos a los que se les entregó expedientes con información técnica idéntica, salvo una diferencia. A uno de los grupos se le dio un dato adicional: el puente se había caído.
El grupo al que se le dijo que el puente se había caído se vio afectado (como en nuestro ejemplo del fútbol) por el sesgo de retrospectiva. El otro grupo no tuvo ese efecto. Interesantemente en el grupo al que no se le dijo que el puente se había caído solo el 24% consideró que el supervisor era necesario. En cambio, en el grupo al que se le dijo que el puente se cayó, el 54% requirió un supervisor. ¿Por qué emitieron juicios tan distintos si la información técnica era la misma?
Cuando conoces el desenlace (y el porqué ocurrió algo) uno se engaña creyendo que hubiera podido evitarlo. Pero ello es un espejismo creado por nuestro cerebro que cree que lo que sabe ahora lo hubiera sabido antes que el puente se cayera. Eso no es cierto. Como bien dicen los autores del estudio “El control del riesgo es juzgado drásticamente en retrospectiva”.
El reciente incendio en Larcomar es un ejemplo de juicio retrospectivo. Hoy toda clase de “expertos” salen a decir qué se debió hacer. Pero luego de la batalla todos son generales. No sé si hubo negligencia o no en lo que ocurrió. Eso lo dirán las investigaciones. Hasta que estas no terminen no sabremos quién fue el responsable.
Sin embargo, ya algunos han encontrado causas sin demostrarlas. Por ejemplo, el subgerente de Defensa Civil de la Municipalidad de Lima, Mario Casaretto, ya culpó a Ollanta Humala por haber cambiado la norma que obligaba a los locales comerciales a pasar inspecciones de Defensa Civil cada dos años. La actual norma establece que, pasada la inspección, no es necesario renovar el certificado emitido (que es a plazo indeterminado), sin perjuicio de las facultades de fiscalización posterior de la autoridad.
Todos sabemos que la renovación era un sistema de extorsión, con exigencias absurdas y sin sustento. Casaretto ha dado a entender que los titulares de locales están sueltos en plaza para hacer lo que quieran. Nada más falso. La autoridad puede inspeccionar y sancionar en cualquier momento, mediante control posterior y ver si se cumplen las reglas de seguridad. El problema es que no lo hace. Con políticas y sanciones adecuadas se puede incentivar a las empresas a cumplir las normas a mucho menor costo y con mucho menos posibilidades de ser arbitrario o crear oportunidades de corrupción.
Hubiera sido interesante que Casaretto, en lugar de dejarse llevar por el sesgo de retrospectiva y crear barreras burocráticas, hubiera explicado con números y estadísticas la relación causal entre el cambio de la norma y la cantidad de siniestros. O mejor aún, demostrar cómo el incendio de Larcomar se hubiera podido evitar con la renovación del certificado (lo que es imposible sin la causa del siniestro). Pero parece que eso es mucho pedir. Humala es culpable de muchas cosas, pero no es posible, retrospectivamente, culparlo del incendio en Larcomar. Al menos hasta que se demuestre lo contrario.