"Coincido con Tanaka en que, lejos de hacer un esfuerzo en ese sentido, Castillo fue incapaz de reconocer sus limitaciones y renunció a intentar construir una base de apoyo desde el Gobierno" (Foto: Presidencia).
"Coincido con Tanaka en que, lejos de hacer un esfuerzo en ese sentido, Castillo fue incapaz de reconocer sus limitaciones y renunció a intentar construir una base de apoyo desde el Gobierno" (Foto: Presidencia).
Omar Awapara

El lunes por la noche, el presidente dio un breve mensaje a la Nación, rodeado de la mayoría de su Gabinete, en un intento por hacer control de daños tras las serias revelaciones periodísticas que mostraron el continuo y clandestino uso de la vivienda del jirón Sarratea como despacho presidencial. Lejos de apaciguar los ánimos, el discurso ha provocado que una moción de vacancia que parecía inocua originalmente venga sumando adherentes que la llevarán, como mínimo, a que sea admitida a debate en el Parlamento, salvo cambios en los próximos días.

¿Cómo llegamos tan rápido a este escenario, prospere o no esta moción? Como bien recordaba Martín Tanaka ayer en su columna, la renuncia de Pedro Pablo Kuczynski fue consecuencia de su aislamiento político y de su incapacidad para convencer a la opinión pública; factores que se vienen produciendo en este Gobierno a un ritmo acelerado.

Tras el quiebre con la bancada de Perú Libre, en los últimos días parecía asomar una sociedad con Alianza para el Progreso, reforzando la idea del vínculo chotano, por el origen de César Acuña, como criterio de selección. Con la excepción de Roberto Chiabra y Gladys Echaíz, la bancada ‘apepista’ prometía al menos una docena de votos y cierta presencia regional que podían blindarlo ante una posible vacancia.

Pero esa aparente alianza fue efímera y Acuña no vaciló en darle rápidamente la espalda a Castillo. Un día antes, minutos después del mensaje presidencial del lunes, Carlos Anderson, de Podemos Perú, renuente en un inicio a apoyar la moción de , comunicó su cambio de parecer en Twitter. La medida ya no está contemplada solo del lado de la oposición más extrema en el Congreso.

E incluso antes de la difusión de los reportajes dominicales, la última encuesta del IEP mostró que un 65% de peruanos desaprueba la gestión del presidente; 17 puntos porcentuales más que hace solo un mes y de forma transversal a todas las regiones.

Dados los antecedentes de Kuczynski y Vizcarra, y el ‘zeitgeist’ de los últimos cinco años, Castillo tiene serios problemas para evitar un camino al cadalso. No parece tener una salida viable en el horizonte sin 44 votos en el Congreso.

Hace un año, a fines de noviembre del 2020, el Tribunal Constitucional dejaba abierta la interpretación de la vacancia por permanente incapacidad moral o, en otras palabras, le tiraba la pelota a los actores políticos para que ellos decidan cómo manejar esa papa caliente. Castillo (37 congresistas de Perú Libre) inició su mandato con algo más de holgura que Kuczynski (18 congresistas de PPK) y que Vizcarra (sin representación en el Congreso). Como escribí entonces, a propósito de esta sentencia, “un presidente enfrentado a una mayoría opositora como en el 2016 debería buscar conformar un gobierno de coalición o una alianza por la gobernabilidad que logre sacar de la ecuación los números requeridos para una vacancia. Ello implicaría ceder carteras ministeriales y, de ser necesario, la propia Presidencia del Consejo de Ministros”.

Coincido con Tanaka en que, lejos de hacer un esfuerzo en ese sentido, Castillo fue incapaz de reconocer sus limitaciones y renunció a intentar construir una base de apoyo desde el Gobierno. Creo que, más allá de un grupo minoritario de bancadas, no enfrentó realmente a una oposición inflexible y mayoritaria como Kuczynski e incluso tuvo bastante espacio para encontrar puntos en común con varias agrupaciones. Pero en vez de dirigir la mirada hacia la Avenida Abancay, prefirió pasar más tiempo en Breña. Y eso lo ha puesto en una situación muy precaria y vulnerable en tan solo 125 días de gobierno.

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