Urpi Torrado

Los son el pilar de una sociedad: definen su identidad y guían su futuro. Autoridades, políticos, empresarios e incluso ciudadanos hablan de una crisis de valores en el y hay una demanda por reforzar estos dentro del sistema educativo. Pero el tema es amplio y requiere de un análisis más profundo. La Encuesta Mundial de Valores evalúa de manera exhaustiva los valores en las distintas esferas de la vida ciudadana, desde la política hasta la familia.

En el Perú, los valores tradicionales siguen teniendo un peso significativo. Estos incluyen la importancia de la religión, los lazos familiares, la deferencia a la autoridad y los valores familiares tradicionales. La sociedad peruana, en su mayoría, rechaza prácticas como el divorcio, el aborto y la eutanasia, manteniendo un alto grado de orgullo nacional, pese a la tendencia de deterioro de este sentimiento.

Sin embargo, también se observa una transición hacia valores más liberales y autoexpresivos, particularmente en las nuevas generaciones. Estos valores priorizan la protección del medio ambiente, la tolerancia y el respeto a las minorías, la igualdad de género y una mayor demanda de participación en la toma de decisiones tanto económicas como políticas.

La religión juega un papel crucial en la vida de los peruanos, con una alta participación en organizaciones religiosas y confianza en la Iglesia. Este fenómeno contrasta con la baja participación en otras organizaciones, como las deportivas, lo que representa un desafío para incrementar la participación ciudadana en diversos aspectos de la vida pública y privada. La integración en diversas formas de organización social es vital para fortalecer el tejido social y promover una ciudadanía más activa y comprometida.

La educación en valores es fundamental para el desarrollo integral de los niños y el futuro del país. De ello depende que contribuyan positivamente a la sociedad. En el Perú, los valores más importantes identificados para la educación infantil son el sentido de responsabilidad (66,9%), la tolerancia y el respeto (63,6%), y el trabajo duro (43,5%). Estos valores identificados en la encuesta están orientados a surgir en el futuro. Sorprende que valores como la generosidad, los buenos modales y la imaginación estén últimos en el ránking de importancia.

A la luz de estos resultados, se observa que los valores en el Perú se encuentran centrados en el individuo y su familia. Los niveles de participación ciudadana son bajos, lo que refleja una ciudadanía efectiva aún en desarrollo, tanto a nivel subjetivo como institucional y, por lo tanto, una democracia poco consolidada. Sin embargo, para la población la prioridad no es la democracia, sino mantener el orden. Sigue creciendo la percepción de inseguridad y, por ende, la demanda por cambios que generen estabilidad, que es fundamental para el progreso social y económico. Si bien hay consenso en la necesidad de un cambio social, se difiere en el cómo. La mayoría (51,1%) apoya la idea de mejorar gradualmente la sociedad a través de reformas. Sin embargo, un tercio de los peruanos cree que la organización de la sociedad debe cambiar radicalmente mediante la acción revolucionaria. Solo una minoría cree que la sociedad actual debe ser defendida de quienes la pongan en peligro.

Si bien es cierto que el Perú se encuentra en una crisis de valores donde los tradicionales aún predominan, los valores modernos y autoexpresivos comienzan a ganar terreno. No es cierto que no hay valores; más bien, se observa una oportunidad para fortalecerlos y desarrollarlos. Los valores individuales deben complementarse con valores sociales/colectivos, además de la promoción de la participación en diversas formas de organización social, con el fin de construir una sociedad más cohesionada, justa y próspera.



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Urpi Torrado es CEO de Datum Internacional