Desde el Ministerio del Interior convocan a una conferencia de prensa. Quisiéramos que el ministro Daniel Urresti tome la palabra, con esa locuacidad y pirotecnia que tiene como sello personal, para explicarnos a los peruanos qué está pasando por nuestras calles. La seguridad nacional es un problema serio, las bromas e ironías sobran. No estamos para espectáculos mediáticos, ni para frases de balcón. Urresti toma el micrófono, alista su efusiva voz y elige lo más fácil: declararle la “guerra” a Manuel Burga. ‘Papayita’, nomás; subir uno, dos, tres puntos en índices de aceptación. Así cualquiera. Nuestro ministro del Interior eligió a Burga como su piñata favorita para convertirse en el más querido de la fiesta.
Tantas preguntas por hacer, tanto por escuchar. ¿Por qué un joven periodista como Fernando Raymondi pudo ser abatido en la puerta de su casa? ¿Por qué aún no encuentran al autor intelectual del homicidio de nuestro amigo Luis Choy? Póngase serio, señor ministro, por favor. No hagamos campañas políticas antes de tiempo. Urresti dice que no le importa si la FIFA nos desafilia y si nos deja sin Mundial. Claro, él ya tiene su propia Copa del Mundo: las elecciones del 2016. Allí sí quiere clasificar con todo el apoyo de la hinchada.
No solo preocupa que nuestro ministro del Interior sea tan politemático, sino también que se use el fútbol como elemento de distracción. A los que trabajamos dentro del círculo deportivo, nos apasionan nuestros temas pero también sabemos que no se puede sobreponer un ‘U’-Alianza ante un ataque terrorista en el Vraem. Jamás un hat-trick de Claudio Pizarro será más importante que la captura de las redes de sicariato que tenemos en el país. Eso lo sabe Urresti y eso lo debe saber también nuestro presidente que le pide al papa Francisco una ayudita para clasificar al próximo Mundial.
Manuel Burga es un personaje tóxico en el fútbol peruano y hemos escrito decenas de columnas para plantear su salida de la Federación Peruana de Fútbol. Lo hacemos desde hace más de diez años, hasta que la tinta se nos ha acabado. Pero elevarlo como prioridad nacional es un disparate. Burga es un dirigente incapaz, es un maestro para armar leguleyadas y perpetuarse en el poder. Pero tampoco es Vladimiro Montesinos.
El fútbol es el deporte favorito de muchos, pero a nuestros políticos les gusta otro deporte: pegarle a Burga para ser un poco más queridos. Ayer lo hacían los congresistas, hoy lo hacen los ministros. Ojalá que Manuel Burga pierda en las elecciones del 17 de diciembre y así nuestros padres de la patria se quedan sin humo para vender. Ya cansa la misma fórmula. Burga podría fabricar una marca de jabón o champú con su nombre. Todos los políticos lo usan a diario para darse baños de pueblo.