Al ministro Urresti hay que suplicarle que le preste atención a la seguridad de nuestro país, donde el sicariato y la violencia ganan terreno a diario. Pero parece estar más ocupado jugueteando con el pajarito azul, es decir, con Twitter.
Es reprochable que el ministro del Interior se valga de las mismas herramientas utilizadas por sus detractores. De una persona con su cargo se espera otro tipo de mensaje, pero, aceptémoslo, esto no es Suiza ni Finlandia. Aquí y solo aquí quienes le buscan la pelea pueden ser congresistas, opinólogos, ex ministros, líderes políticos y etcéteras.
Urresti es el único representante del Ejecutivo que en la última década y más se ha atrevido a pechar a los simpatizantes de Sendero Luminoso; y por eso, no más, merece el respeto y agradecimiento de los peruanos. En las últimas semanas, sin embargo, ha opacado ese mérito descalificando a los opositores del gobierno.
Ayer mismo el editorial de este Diario dijo que “el ministro del Interior, Daniel Urresti, está fuera de control” y que “Tras su aparición de ayer para pedir ‘disculpas’ trucadas a Keiko Fujimori y al ex presidente Alan García por las ofensas que les dirigió últimamente, ha terminado de hacerse obvio que está embarcado en una cruzada que no tiene retorno ni reparos en hollar el terreno de la vida privada de los personajes públicos”.
Lamentablemente eso es usual en esa red y no podemos esperar mayor nivel en la cosa política criolla. Nuestra política, desde este centro de la vida nacional llamado Lima, está sumergida en la ignorancia y en las verdades a medias. Hoy cualquier analfabeto es congresista porque basta tener huella digital para acceder al cargo, hoy, además, cualquier hijo de vecino insulta a las autoridades por la red.
Urresti debe medir lo que dice, porque, como expresó nuestro editorial, “una cosa es atacar con señalamientos irónicos sobre los gobiernos a los que estuvieron vinculados; y otra, muy distinta, echar mano de circunstancias familiares o propias de la vida de pareja para vejarlos”. Esto último no es invención de Urresti sino de una legión de sicarios digitales que agarran de punto a cualquiera que les incomode y no paran hasta deshacerlo (en coordinación con malos periodistas para los que un “chisme” es un dato fiable y un simple lenguaraz, “una fuente”).
A Urresti le falta sutileza y de eso le puede enseñar bastante la doctora Martha Hildebrandt, quien ayer cumplió 90 años. Alguna vez, cuando por criticarla Marco Aurelio Denegri le dijo que se creía la “última chupada del mango”, ella sin perder la compostura ni el buen humor le comentó al periodista: “No me importa si me dicen que soy la última Coca-Cola del desierto”, pero “fue horrible para mí [la crítica de Denegri]. Me dio un asco tremendo. Para mí, la última chupada de mango significa la chupada de un mango colectivamente chupado”.
Vamos, ministro, aprenda de esa ilustre lingüista y aférrese a la sutileza porque el “sarcasmo” a veces deviene en patanería.
Red social
Millones de peruanos al son de Twitter
Según Quantico, empresa dedicada a la investigación de audiencias en redes sociales, en el 2014 en el Perú había cerca de 2,5 millones de usuarios de Twitter, que llegaron en mayor medida a la red social de los 144 caracteres por el creciente acceso a smartphones.
Uso masivo
Facebook sigue siendo la red social favorita
Sin embargo, la red social favorita sigue siendo la creada por Mark Zuckerberg, con 14,6 millones de usuarios en el Perú. El 53,42% de ellos son hombres, según el portal Owloo. Casi la mitad de usuarios peruanos tiene entre 18 y 28 años.