Cuando se habla de política, pareciera que los peruanos solo pensaran en el Congreso, los congresistas, el presidente y sus ministros. Pero la política es mucho más que eso, de ahí la importancia de saber elegir.
Es realmente preocupante escuchar a algunas personas –sobre todo jóvenes–, decir que no les interesa la política, que todo es corrupción, que no tienen idea de por quién van a votar en la siguiente elección, que nada vale la pena.
Y es verdaderamente inquietante porque la elección de una autoridad va más allá de una emoción o simpatía. A la persona que elegimos le estamos entregando nuestro destino por algunos años. La elección que hagamos definirá algunos aspectos de nuestras vidas. Si realmente fuésemos conscientes de todo lo que implica el voto, sufragaríamos conscientemente, o al menos nos interesaríamos por saber qué piensa hacer el candidato o candidata que elijamos.
Y son precisamente estas reflexiones en las que conviene detenerse luego de leer la última encuesta de El Comercio, elaborada por Ipsos, sobre la gestión de la alcaldesa de Lima, Susana Villarán, a pocos días de dejar el cargo.
El 78 % de encuestados desaprueba su gestión, es decir, tres de cada cuatro limeños rechazan a la alcaldesa de Lima.
Y debe ser decepcionante especialmente para una autoridad como ella, que –según el sondeo– lo mejor de su gestión haya sido nada: 29%. Es decir, para la mayoría, en el ránking de la gestión de Villarán, el primer lugar es nada.
Y en cuanto a lo peor: para el 52% es la puesta en marcha del corredor azul. Y el transporte afecta directamente a los limeños en su vida diaria.
Para la alcaldesa y política que exhibió la honestidad como su mayor virtud, debe ser decepcionante que el segundo lugar –entre los peores aspectos de la gestión de la alcaldesa– sean los malos manejos en la Caja Municipal.
Estos resultados, tras cuatro años de gestión, no deben sorprender. La victoria de Villarán en el 2010 fue fruto de una especial coyuntura, en la que uno de los candidatos favoritos (Álex Kouri) fue tachado del proceso, y la segunda (Lourdes Flores) empezó a decaer por sus propios errores y por la difusión de un audio de una conversación personal. Lo más probable es que para la entonces candidata de Fuerza Social no estaba en sus planes ser la alcaldesa de Lima y, por tanto, no tenía un plan serio. La encuesta es claramente el reflejo de una gestión caótica y errática.
En marzo del 2013, Villarán fue sometida a un proceso de revocatoria, y logró quedarse en el cargo. Entonces, revocar a Villarán era sinónimo de querer dinamitar su gestión. Y en la elección del 5 de octubre, cuando la alcaldesa tentó la reelección, el plan fue dividir la cancha entre corruptos y honestos. La estrategia no funcionó, y el desastre de la administración actual pesó en el ciudadano al momento de elegir.
Esperemos que la lección esté aprendida, al menos en Lima. No es suficiente votar por una persona simpática, carismática, que proclama su honestidad y que nos cae bien. Siempre será mejor preguntarse: qué hará esta persona con la confianza que le estoy dando y cómo me afectarán sus decisiones.